Capítulo 23

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Madison Russell

Y todo explotó como una bomba...

Llevaba quizás diez minutos o más parada en la sala de la casa de Alexander sin saber qué hacer o cómo actuar. Quizás debí haber pensado mejor las cosas, quizás debería buscar una escusa e irme, pero cuando giro mi rostro al ventanal y veo la fuerte tormenta, sé que eso no será una opción.

Frotó mis manos nerviosas y miró hacia el pasillo donde se fue Alexander a dejar a los gemelos que han caído rendidos luego de cenar y jugar unas cuantas horas. Fue en ese momento en que entré en cuenta de una cosa y comencé a entrar en pánico.

Habíamos tenido una semana hermosa junto Alexander y sus hijos. Una semana donde solo nos sumergimos en nuestro mundo, sin preocupaciones, sin la realidad que nos afectará, pero ahora habíamos vuelto a Seattle y todo lo que dejamos antes de partir me golpeaba en la cara como una muestra de realidad.

Hace unas semanas, justo para la inauguración del café, me negué totalmente al dormir en el cuarto de Alexander. Logré salirme con la mía, pero esta vez no estaba muy segura y eso me tenía nerviosa. 

¿Cómo le explicaba Alexander que no quería dormir con él en la misma cama en la que él compartió tantas noches con la mujer que amaba?

Niego con mi cabeza, porque no soy capaz de decir tal cosa, no soy capaz de recordarle a Alexander, que en el lugar que él me ha recibido, es un lugar al que no debería estar permitido mi paso, porque estoy segura de que a Julia no le gustaría que yo estuviera aquí.

Me dejó caer en el sofá y siento cómo mi respiración se vuelve irregular por las lágrimas y es que duele saber que, a pesar de todo lo que hemos pasado en Colombia, hay una cosa que jamás cambiará y son mis inseguridades por la vida pasada de Alexander. El dolor que cargué por años, sigue estando presente cada vez que estoy con él y me recuerdo que si Julia no hubiera fallecido aquel día, yo seguiría siendo una espectadora secundaria en toda esta historia. Y tener esos pensamientos es horrible.

Esta casa fue construida para ellos, para que Julia y Alexander formaran su familia. No puedo llegar ahora y cambiar el rumbo de aquello. Aunque ya todo cambió con la muerte de Julia, pero a pesar de ello no puedo llegar y dormir en su cama y mucho menos hacer lo que hicimos con Alexander en su cocina, eso no está bien.

_¿Madie? - escucho la voz de Alexander y alzo la mirada para toparme con su silueta oscura por la escasez de luz que tenemos debido al apagón.

Respiro profundo y limpio rápidamente cualquier lágrima que haya escapado de mis ojos.

_ Estoy aquí - digo y Alexander gira su rostro para verme sentada en el sofá de su sala. Sus pasos se acercan hasta sentarse a mi lado y pasar su brazo por mi espalda para pegarme a su costado.

_ Está comenzado a hacer frío, deberíamos ir a la cama - susurra y deja un corto beso en mi frente. Mi reacción debería ser de complacencia y felicidad, de poder dormir otro día más junto a él, pero lo único que logro hacer es tensarme.

_Debo cepillar mis dientes - susurró.

_Bien, yo también - responde con total naturalidad.

Alexander se levanta para ir a cepillar sus dientes, pero yo no soy capaz de moverme y al notar eso, él se gira para observarme.

_¿Madie? - me llama confundido y yo solo miro el suelo de la sala sin ser lo suficiente valiente para mirarlo - ¿Qué sucede, cariño?

Muerdo mi labio inferior. Quisiera no sentirme así, quisiera querer libremente a Alexander como tantas veces soñé y come creí que podría hacerlo cuando me di cuenta de que algo sucedía entre nosotros, pero ahora, estando en su casa, recordándome que quizás tengamos muchas cosas en contra me ha surgido un miedo impresionante que no sabía que tenía.

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