Madelaine González, la estrella en ascenso de Hollywood y hermana del famoso futbolista Pedri González, se muda a Barcelona. Allí conocerá a Pablo Gavi, la joven promesa del Barça y mejor amigo de su hermano.
¿Qué pasará cuando Madelaine intente ad...
She don't start shit, but she can tell you how it ends -TS
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Pablo parecía haber elegido la opción de odiar a Madelaine. Desde el principio, había algo en ella que lo irritaba, y tras su confrontación, esa irritación se había transformado en una hostilidad palpable. Cada día que pasaba, Pablo se convencía más de que Madelaine había decidido hacerle la vida imposible con su actitud fría y distante.
Lo que Gavi no entendía completamente era hasta qué punto la indiferencia de Madelaine podía herirlo. Ella no necesitaba decir ni hacer nada específico para que él se sintiera despreciado. Su capacidad para ignorarlo, para actuar como si él no existiera, era una forma de crueldad que él no había anticipado.
Cada vez que entraba en la habitación, ella desviaba la mirada. En las pocas ocasiones en que sus miradas se cruzaban, los preciosos ojos azules de Madelaine donde una vez vio reflejado el océano eran ahora fríos y vacíos, como si él fuera un mero desconocido. Pablo se daba cuenta de que la indiferencia de Madelaine era aún más dolorosa que cualquier palabra hiriente que podría haberle dicho. No había gritos ni insultos, solo un muro impenetrable de desdén y apatía.
Esta frialdad lo desesperaba. La indiferencia de Madelaine era como una sombra persistente que seguía a Pablo, un reflejo de lo poco que le importaba a ella. Esta actitud de ella, indiferente y desapegada, era una forma silenciosa pero poderosa de mostrar su desdén.
Pablo empezó a darse cuenta de que odiarla no le traía ninguna satisfacción. De hecho, cada día que pasaba bajo la sombra de su indiferencia, se sentía más agotado y frustrado. En el fondo, sabía que la había herido profundamente y que su comportamiento era una respuesta a su propia crueldad. Pero en lugar de encontrar formas de acercarse a ella, de demostrarle que realmente lamentaba sus palabras, se encontraba atrapado en un ciclo de resentimiento y culpa.
Madelaine, por su parte, mantenía su postura con una calma inquebrantable. Había aprendido a esconder sus sentimientos detrás de una máscara de indiferencia. A pesar de lo mucho que le dolían las palabras de Pablo, no le daría la satisfacción de saber cuánto la había lastimado. Cada acto de indiferencia hacia él era un recordatorio para sí misma de que debía proteger su corazón de más daño.
Así, Pablo se encontraba en una lucha interna constante. No sabía cómo romper el ciclo, cómo llegar a Madelaine y mostrarle que quería enmendar sus errores. Y mientras tanto, la indiferencia de ella seguía cortándolo como un cuchillo afilado, dejándolo herido y más consciente de sus propias fallas.
Un día, cansado de la tensión constante, Pablo intentó acercarse a Madelaine de nuevo. "Oye, Madelaine, ¿podemos hablar?" Su voz salió más débil de lo que había esperado. Madelaine lo miró brevemente, sus ojos vacíos, antes de apartar la mirada sin decir una palabra.
Sabía que esta batalla silenciosa podría continuar indefinidamente si ninguno de los dos daba el primer paso para resolver sus diferencias. Pero también sabía que el orgullo de ambos era demasiado grande para permitir una tregua fácil.
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