39- Dia

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Al día siguiente, la luz del amanecer se filtraba por las cortinas, bañando la mesa del desayuno con un resplandor dorado.

Kai, aún en posesión del cuerpo que compartía con Evan, se sentaba con una postura impecable.
— Bell va a ser mi asistente mientras estoy en campaña, se que es extraño pero la necesito. Sin su apoyo no soy nada en absoluto.

Dijo mientras ella sonreía.

— Me alegra tanto verte así Tony — dijo Blair. — Aunque no sé si sea la mejor mujer con la que haz estado.

Blair hacía mención hacia ella misma y Bell soltó una risa sinica mientras que Tony se arregló la corbata.
— La verdad Blair, debo decir que si lo es.

Bell, luchaba por mantenerse presente en la conversación.
Cada palabra de Tony sobre su maravillosa compañía resonaba con una ironía que solo ella podía apreciar.

Mientras tanto, Kai no apartaba los ojos de ella, recorriendo con su mirada los labios que había besado con tanta pasión, el cuello que había mordido y acariciado con sus dedos, y el cuerpo que había explorado con una mezcla de reverencia y deseo.
— Si, mi campaña empieza mañana, tendré que ir con Anna...

Kai no escuchaba en lo más mínimo, sumido en los recuerdos.
"Sigue Kai, quiero más..."

Su corazón se acelero al  recordar los gemidos silenciosos de Bell. Quería volver a sentir su aroma, lamer su cuello por completo, entrar en ella nuevamente.

Tal era su deseo que sintió que el pantalón le molestaba. Tenía una erección.

Blair, sentada al otro extremo de la mesa, observaba la escena con una mezcla de curiosidad y sospecha. Notaba la forma en que "Evan" observaba a Bell, y aunque no conocía los detalles, intuía que algo significativo había cambiado entre ellos.

El desayuno transcurrió entre charlas triviales y risas forzadas.
— ¿Se van a quedar hoy? — preguntó Tony.

Blair negó. — No, yo debo ir donde mi padre.

Kai se relamio los labios.
— Yo me quedaré, anoche ví que mi antigua habitación sigue intacta, me gustaría buscar algunas cosas que dejé, tal vez encuentre algo interesante.

Blair estaba cansada de las peleas por lo que cedió, después de todo Bell estaría con Tony, no iba a ser un problema.
— Anna dejo todo tal cual, cuando te fuiste no dejaba que nadie entrara. Solo ella.

Bell se interesó al escuchar eso.
— Debió ser muy doloroso para ella.

Tony asintió.
— Si Pero fue culpa de Kai. Debes disculparme Evan, Pero esa personalidad que creaste es realmente peligroso.

Kai fingió una sonrisa.
— Tal vez algo pasó o vio algo que lo alteró, no lo crees Blair?

Al decir esto, todos se quedaron en silencio.

.
.
.
Bell se hallaba en la sala, sumergida en la lectura del plan de campaña de Tony, quien se encontraba recluido en su oficina, inmerso en conversaciones con los inversionistas.
Kai tomó asiento frente a ella.
— Bell...

Ella arqueó las cejas, invitándolo a continuar.
— Lo de anoche fue... indescriptiblemente maravilloso... Anhelo que se repita, ahora mismo.

Bell lo fulminó con la mirada.
— Kai, lo de anoche no existió. ¿Comprendes? No ocurrió nada entre tú y yo.

Se puso de pie, abandonando los documentos sobre la mesa.
Kai, impulsivo, la atrapó por la cintura.
— Suéltame...

— No, Bell, lo de anoche fue real, lo sabes tanto como yo, ¿o acaso has olvidado cómo llegaste a mí, cómo me rogabas que no parara, cómo clamabas por más? — Bell desvió la mirada hacia la oficina de Tony — ¿Has olvidado la sensación al acabar? Porque fueron, al menos, tres veces.

— Kai...

— No. No negarás lo que ambos sentimos, no puedes. Eres mía.

Bell tragó saliva, su nerviosismo palpable ante la idea de ser descubiertos por Tony.
— Lo sé. Pero debes entender que no puede volver a suceder, jamás. Amo a Tony.

Con un empujón suave pero firme, se liberó. Kai permaneció inmóvil mientras ella se refugiaba en la oficina junto a Tony.
Kai, abatido, se dirigió a su antigua habitación, se tendió en la cama y se entregó al sueño.

...

...

Al despertar se quedó observando el techo. Las imágenes de Bell iban y venían, Kai había dejado que viera todo en ese momento.
Se sonrojo al pensar que debia volver a verla, como podría después de lo que Kai hizo?
— Mierda Kai, ahora como la veré a los ojos.

Se recriminó.
Tomó valor y fue hasta la oficina de su padre. Por fuera escuchó las risas y murmullos de Bell.
— No, Tony, nos pueden escuchar.
— Amor, somos pareja, que más da. Ademas, si fuese por mí, que escuchen como te hago el amor.

El corazón de Evan latía con una urgencia que amenazaba con romperle el pecho. ¿Acaso estaban...? No, no podía enfrentarse a la realidad que se ocultaba tras esa puerta, no quería verla.

"Entra", le instaba Kai, pero el cuerpo de Evan se negaba a obedecer.

Los suspiros de Bell atravesaban la madera, suspiros que Evan reconocía demasiado bien, los mismos que ella emitía cuando él la poseyó.
"Entra, no seas cobarde", desafiaba Kai.

Con un acto de voluntad, Evan abrió la puerta, cerrando los ojos para protegerse de la visión que lo esperaba. Al abrirlos, un velo blanco lo envolvió. Bell, sobre el escritorio en ropa interior, y Tony, despojado de su camisa.
— Evan — susurró Bell, sabiendo con certeza que era él.

— Hijo, deberías...

Evan, impulsado por un furor ciego, se lanzó hacia Tony, pero un grito lo detuvo en seco.
— ¡KAI ANDERSON!

Paralizado al escuchar el nombre, Evan giró para encontrarse con la mirada autoritaria de Bell.
— No. Me prometiste que me ayudarías, ¿recuerdas?

La confusión se apoderó de Evan, mientras Bell continuaba.
— Esto es lo que tengo que hacer, y tú sabes muy bien el porqué. Es momento de hacerlo.

Las palabras resonaban en la mente de Evan, palabras que reconocía pero no podía ubicar en tiempo ni espacio. Era como si las hubiera pronunciado en un sueño del que apenas despertaba, o en una vida pasada que ahora le parecía distante. Con el corazón aún desbocado y la mente nublada por recuerdos difusos, Evan se quedó allí, suspendido entre dos mundos que se negaban a converger.

 Con el corazón aún desbocado y la mente nublada por recuerdos difusos, Evan se quedó allí, suspendido entre dos mundos que se negaban a converger

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Two Faces (Evan Peters Y Kai Anderson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora