CAPÍTULO 77 Tardía confesión

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Taylor se hallaba en la cocina lavando las manos pegajosas de su hija, el malvavisco derretido se encontraba en sus deditos y no se saldrían de ahí si no se limpiaba con agua y jabón.

—Mami, jabón— aplaudió en el agua, salpicando a su mamá.

Ella cerró los ojos. —Sí, mi amor, jabón, como el que le acaba de entrar a mami en los ojos— rio y bajó a su hija, dándole una toalla de papel para que se secara las manos.

La pequeña se secó sus manitas y buscó el cesto de la basura para depositar el papel en él. —¡Bravo! —

—¡Bravo, Evie! — rio y besó su frente, su bebé se estaba volviendo una pequeña bastante independiente, eso no quería decir que no la necesitara, pues seguía siendo una bebé, pero cada vez más, adquiría autonomía.


Antes de que pudieran salir, Austin estaba entrando a la cocina también, con la cara más extraña que ha visto, era la oportunidad idónea para interrogar a su hermana, no había mejor fuente de confiabilidad que ella.

—Tay—

—¿Qué pasa? —

—Mami— Evie le jalaba la mano, ya se quería ir al jardín.

—Un momento, nena— Taylor le decía a su hija.

—Mami, mami, mami, mami, mami, mami, mami— seguía jalando su mano.

—Nena, calma, ahora vamos—

—¡Ah! — se tiró al suelo a llorar.

—Evie— se agachó para intentar cargarla, pero ella estaba retorciéndose como si fuese un gusano.

—¡No! — dijo llorando.

—Evie, calma— Swift trataba de calmarla.

—No— ya estaba pataleando.

—Tay, no te acerques tanto, te puede patear, y no será nada bueno— su hermano le recordó que estaba embarazada.

—Es verdad, pero... Tengo que hacerme cargo de esto, Evie, calma, vamos ya afuera, no llores—

Ella dejó de llorar, pero seguía tirada en el suelo.

—Yo lo hago— Austin se tomó la molestia de cargar a Evie, que parecía como un fideo, toda aguada, no se quería mover, el berrinche pudo haber sido peor, porque ha tenido mucho peores que ese, pudo ser porque ya estaba cansada de todo el día, no tuvieron una siesta, y para bebés de esa edad, siempre es importante dormir.

—¿Qué es lo que me quieres decir?, dilo antes de que salgamos, allá afuera no te prometo que tengamos privacidad, mucho menos con nuestra madre vigilándome como si fuese a cometer un pecado— rodó los ojos.

—¿Selena está embarazada? — fue claro.

La rubia abrió los ojos plenamente sorprendida. —¿Cómo sabes eso? —

—Ja, no lo sé— rio.

—Ay no, maldición, ¡Austin!, mierda, me hiciste contarte algo que no es de tu interés, ¿Cómo me lanzas una pregunta así?, no entiendo—

—¿Lo está? — necesitaba saber.

Ella suspiró. —Sí, lo está, pero necesito que cierres tu enorme boca, porque nadie puede saber, ¿Ok?, lo arruiné— se llevó las manos al vientre. —¿Cómo piensas justamente en una cosa así?, y no me digas mentiras—

—Bueno, no sé, lo vi en un tweet, yo sé que lo que se diga en redes nunca debe ser cien por ciento fiable, por eso quería preguntarte, no puedo creer que me lo hayas dicho tan fácil—

Eres mi juego finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora