Un día más en la escuela Spears. Todo parecía transcurrir normal. Las aves cantaban su habitual coro mientras se posaban en la estatua insignia de la escuela, la cual consistía en un hombre montado a caballo mientras sostenía una lanza que apuntaba hacia el cielo, conmemorando algún héroe de la época pasada . Mientras tanto la parejita sensación siempre haciendo de las suyas, llamando la atención en cada rincón que visitaban.
Allá iban esos dos, tomados de la mano. Arthur y Elizabeth eran conocidos por su "eterno amor". Eran uña y carne, no solían separarse para nada. Las chismosas compañeras del colegio hacían mejor trabajo que las agencias de noticias y esparcían cada chisme o rumor sobre esa pareja, aparentemente inseparable.
Arthur, un chico atractivo, con cualidades envidiables, era el sueño imposible de muchas, y el amor inseparable de Elizabeth.
Eran la pareja perfecta, Eli pasaba horas y horas leyendo el proyecto de vida que Arthur le había regalado. Sus ojos brillaban mucho más que el oro cuando leía las partes que hablaban sobre tener un bebé o construir un hogar con el esfuerzo de ambos.
Pero claro, no todo era color de rosa. Elizabeth es blanco fácil de muchas envidiosas, además de tener una autoestima bastante frágil.
Arthur hacía arduo hincapié en resaltar todas sus virtudes para compensar esa falta de amor propio. Poco a poco Elizabeth iba recuperando su propia luz, sin tener que desgastarse.
Era la hora de clases de Historia, y Arthur de vez en cuando posaba su mano de forma "accidental" sobre la delicada mano de Elizabeth. Ella lo miraba con mucha ternura, y hacía forma de besos con sus labios. Así Arthur creía que ella le regala un beso, porque sabían que en clase no podían hacer esas cosas de forma más íntima.
–¿Nos vemos en el refugio?– Susurró Arthur, poniendo cara de pícaro.
–¿Seguro? Sabes que invertimos bastante tiempo ahí, podríamos llegar tarde– le susurró de vuelta su chica.
–Me encargaré de organizar nuestro tiempo, así no nos perderemos clases–
Respondió ArthurElizabeth sonrió y le dió luz verde con un ligero asentimiento con la cabeza.
Pasó el tiempo, y luego de que el horario de almuerzo dio inicio, ambos fueron hacia el refugio. En su caso era la azotea, un lugar deshabitado sobre el edificio docente, donde no se escuchaba ni un alma, solo el batir del viento.
Ambos llegaron y empezaron a besarse con pasión. Las manos de Arthur recorrían el cálido cuerpo de Elizabeth de una forma experta, como si ya conociese cada centímetro de este.
Luego tomaron una pausa y Elizabeth comenzó a hablar.
–Siempre me vas a amar ¿Verdad?– preguntó Elizabeth con una voz tenue.
Arthur fue invadido por una sensación de tristeza, decepción y frustración. Él sabía lo que se aproximaba. Las inseguridades de Elizabeth tomaban el control de vez en cuando, y luego de eso, intimar se volvía algo insoportable.
–Y dale con eso...– Arthur viró los ojos.
–Hablo en serio Arthur ¿Por qué no me tomas en serio?
–Siempre te he tomado en serio, pero nunca aprendes, siempre creyendo que me voy a ir con una chica más buena y que no sé que más...
–Bueno...– Dijo Elizabeth mirando hacia abajo, algo triste.
Parecía ilógico que a esta altura del campeonato ella siguiese pensando en eso. Arthur había hecho "magia" para poder verla sonreír.
Comparada con otras chicas, Elizabeth no pertenecía al estándar de belleza femenino que se había creado dentro de la escuela. Ella era delgada, con cabello lacio y largo, cara redondeada.
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Amor y Castigo
HorrorUn error trágico, una pérdida devastadora y una presencia que se niega a desaparecer. En el último año de preparatoria, un joven se enfrenta a fuerzas más allá de su comprensión. Cada nuevo intento de encontrar consuelo es interrumpido por una sombr...