Douglas
El departamento de Eva era demasiado pequeño para que vivieran dos personas. Según me había contado durante el trayecto, ella vivía con su novio, el cual no se encontraba en casa. Trabajaba en un bar desde la tarde y regresaba a altas horas de la madrugada. No quise preguntar nada más porque no me pareció correcto.
Cuando entramos un aroma floral me invadió. Mientras caminábamos en el estrecho pasillo me di cuenta de que el lugar no estaba tan mal como parecía a simple vista. El departamento era pequeño pero acogedor: consistía en una pequeña sala de estar con un sillón verde limón y una mesita en el centro, del otro lado estaba la habitación, un baño y más al fondo la cocina.
Eva me dijo que dejara mi chaqueta en el colgador de la entrada y que luego esperara en la sala de estar mientras ella iba a buscar sus libros. Me senté en el mullido sillón mientras esperaba a que regresara. Tomé mi celular y decidí escribirle a Alexandra:
Dou:
Ya entré en la boca del lobo.Alex:
¿¿Estás en casa de Eva??Dou:
Hasta donde sé, sí.Alex:
Debes buscar pruebas. Aprovecha a tomar fotos. Haz todo lo que tengas que hacer, Dou.El corazón me empezó a latir de una manera desenfrenada dentro de mi cavidad torácica. Me di cuenta que si quería encontrar pruebas tenía que ser rápido y aprovechar los segundos en los que Eva me dejara solo dentro de su apartamento. Tomé mi celular, con dedos temblorosos y empecé a abrir un par de cajones con sigilo. A lo mejor tendría algún recibo o dirección del lugar donde compraba la Marihuana. Algo que me ayudara a desenmascararla. Algún paquete. Una carta. Un recibo. Cualquier cosa.
Mis manos buscaron hábilmente debajo de algunos papeles y varias cuentas por pagar en uno de los cajones de la mesita de la sala. Sin embargo, en cuanto escuché que Eva regresaba, cerré el cajón rápidamente y volví a mi lugar.
—¿Vamos a empezar? —me cuestionó con una ceja levantada, y un par de libros en las manos.
Solté un suspiro de alivio cuando supe que ni siquiera se había dado cuenta de mi intromisión. Si quería encontrar pruebas tenía que ganarme su confianza. Cuando fuéramos lo suficientemente cercanos me dejaría aún más tiempo solo y podría aprovechar para buscar en cada rincón del departamento.
—Sí, claro —respondí, rápidamente.
Tomé unos segundos para ponerme cómodo en el sillón. Segundos en los que Eva acomodó los libros sobre la mesita.
—¿Por dónde quieres empezar? —le pregunté, mientras empezaba a abrir mi mochila.
Un mensaje iluminó la pantalla de mi celular y lo tomé para leerlo. Era de Alex:
Alex:
Ni se te ocurra dar bien esas tutorías. Se merece perder el examen.—¿Te escribe tu novia? —la voz de Eva me hizo bloquear rápidamente el celular y dejarlo a un lado.
—¿Mi novia? —pregunté confundido.
—Alexandra no debe estar muy contenta, sabiendo que estás aquí, ¿No?
¿Acaso ella creía que Alex era mi novia?
—Espera, ¿Tú crees que Alex es mi novia?
—¿No lo es? —preguntó mientras arrugaba la nariz levemente.
Una pequeña risa brotó desde lo más profundo de mi garganta. ¿Acaso alguien más en la facultad pensaba eso?
—Claro que no —respondí, recuperando el aliento poco a poco.
Eva pareció indagar en mi respuesta, como quien no termina de creer algo. Seguidamente, negó con la cabeza y empezó a tomar un cuaderno para apuntar.
—Venga, ¿Con qué asignatura quieres empezar? —pregunté, para cambiar de tema hábilmente.
—En las clases en las que peor me va son las de Muñoz —me hizo saber— Llevo algunas del semestre anterior que no me pude asignar.
Enarqué una ceja.
—¿Cuántas materias llevas en total?
—Seis —respondió, como si fuera lo más natural del mundo.
Mi boca cayó hasta el suelo. En aquel momento supe por qué Eva iba tan mal en sus materias. Al tener demasiadas no podía enfocarse en ninguna.
—Son demasiadas materias —dije, perplejo.
—Es probable que deje tres de ellas, que son en las que llevo peor promedio —empezó a decir— Derecho Penal, Derecho Civil y Derecho Constitucional. Las tres me las da Muñoz. Pero si dejo estás últimas dos no tendré derecho a volverme a asignar.
Aquello último lo dijo con una voz demasiado baja. Casi inaudible. Me di cuenta que ni siquiera había querido mirarme a los ojos, porque sentía demasiada vergüenza.
Empecé a sacar uno a uno los libros y cuadernos de mi mochila que sabían que podían ayudar con esas materias que ella mencionaba. La sugerencia de Alex empezó a dar destellos en mi cabeza. Una manera facil en la que podría deshacerme de Eva era dándole mal las tutorías, y haciéndola perder a propósito.
Sin embargo, ¿Era yo capaz de hacer algo tan cruel?
En cuanto sus ojos avellanados se cruzaron con los míos, me di cuenta de la súplica en su mirada, combinada con un poco de vergüenza y el impulso de salir corriendo. Estaba apunto de iniciar con el plan de Alex, pero de inmediato Eva interrumpió mis pensamientos:
—Vamos, terminemos con esto de una vez —carraspeó—, de otra manera me vas a acusar con el decano, ¿Cierto?
—Yo...
—Sé que... —dijo, de pronto—, tú no me soportas y yo a ti tampoco. Pero podemos intentar llevarnos bien, ¿No crees?
Tragué un fuerte nudo que no sabía que se había formado en mi garganta. La verdad es que yo no era capaz de algo tan cruel.
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Encuentro Accidental
Roman d'amourUna chica que acaba de obtener su licencia de conducir y un chico que necesita un aventón.