Paz y guerra

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- Bueno, estuve pensando que, como Katniss tiene su pin dorado, deberíamos de tener todos algo dorado. - comienza a explicar Effie.

Al final, salí de mi cuarto de la mano de Peeta, así que pude ingerir algo y, sinceramente, me estaba muriendo de hambre. Después de comer todo lo que mi estómago fue capaz, decidimos ir a otro vagón para charlar antes de llegar al Capitolio, donde solamente tendríamos tres días de preparación, la entrevista que aparentemente esta vez haremos con todos en el escenario y, a continuación a la arena, a matarnos entre nosotros. 

Qué divertido, ¿no creéis? 

- ¿De qué hablas? 

- No te pongas así, Haymitch. - le regaña la capitolina, negando con la cabeza para seguir. - Los equipos tienen algo destacable, que los envuelve a todos, y nosotros... al fin y al cabo, somos un equipo. 

Sonrío con tristeza al ver cómo sus ojos comienzan a empañarse. Katniss le agarra la mano para tranquilizarla, y Effie me la coge a mí, sonriéndome. Yo junto mi mano con la de Peeta, quien hace lo mismo con Luckas, este con Haymitch y, finalmente, con Katniss, realizando un círculo. Siento cómo la sensibilidad me quiere arrastrar para que me emocione y comience a llorar, pero oprimo esa sensación, al igual que Effie, quien se limpia con velocidad la lágrima, soltando nuestras manos. 

- Entonces pensé en cogeros a todos algo. - añade, con una gran sonrisa. - Yo tengo mi peluca, Katniss el sinsajo... así que pensé en cogeros algo. 

Lo juro, se me está derritiendo el corazón. 

- A nadie le gusta que tengáis que volver. - comenta a mayores, mirándonos a Peeta y a mí. - Nadie del capitolio está a favor de la decisión por parte de Snow. 

- Sí ya. - rueda los ojos Katniss, bufando. 

- Lo digo en serio. 

- Eso hasta... ¿qué? - pregunta, pero nadie le responde. - Cuando comiencen a rodar cabezas y un riego de sangre atraviese la arena eso desaparecerá. A nadie le importa, simplemente quieren entretenerse. 

- Muchos de sus favoritos volverán a la arena, y puede que mueran. - explica ahora Luckas. - Ya viste las cosechas de los otros distritos, y hay a algunos que seguro que conoces. Creo que Effie tiene razón. 

¿Cuándo vieron esas grabaciones? Ah, claro, cuando yo estaba llorando como una loca o durmiendo sin cesar. Ahora ya entiendo. 

- Pero eso no va a bastar como para que se cancelen estos Juegos. - rebate la azabache, aún negada a darles la razón. 

- Sinceramente, aunque pudiera, no querría. - pronuncio, y parece que acabe de quitarles la lengua a todos ellos, ya que ni siquiera una respiración se escucha. 

- ¿De qué hablas, ___________? 

Trago con complicación, sintiendo de nuevo los nervios comerme por dentro. Los logro controlar contando hasta diez, exhalando profundamente antes de soltarlo y explicar mi postura. 

- Si yo no voy, otra niña lo hará, y yo tendré que ser su mentora. - comienzo, con un agrio sabor en la boca. - Y no pienso hacer eso. Por alguna razón, quiero volver a esa arena. Aún no entiendo la razón pero... pero necesito hacerlo. 

Se miran entre ellos, extrañados. 

- Lo único que podría hacerme cambiar de idea es que los Juegos acaben de una vez. 

Algo imposible, eso ya lo sabemos todos nosotros. De ninguna manera lograremos que los Juegos del Hambre acaben algún día. Llevan setenta y cinco años, ¿qué nos puede hacer pensar que nosotros, unos niños cualquiera, podemos acabar con ellos? Es imposible, llevan generaciones. Incluso Snow, antes de ser presidente, fue mentor de mi abuela. Dios, aún suena demasiado extraño para mí. 

En Llamas {Peeta y tu}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora