19 | No te vayas
Janeth
Lo he dicho muchas veces levantarse a la mañana temprano es lo peor que te puede pasar en el día. Pero por alguna razón, me había despertado muy temprano ni siquiera en mi cumpleaños estuve tan ansiosa.
Preparo el desayuno y recuerdo que será el último día para pensar en si mudarme o no. Ni siquiera lo he pensado, cada cosa tiene su lado bueno y malo, el bueno sería que podría verlo a diario y el malo es que si surge algo que le moleste tal vez haga lo mismo que hizo hace unos días, ignorarme sin ninguna explicación. No sé si quiero correr el riesgo de que me lastime otra vez, no sé si lo soportaré.
«Mi vida parece un k-drama»
—¿Lo que huelo es comida? —pregunta mientras camina hacia mi.
Su postura no es la de siempre, tiene la espalda relajada, unos pantalones de algodón negros y una remera que se ajusta a su dorso. Al parecer es o era atlético, porque tiene los brazos marcados y los hombros bastantes firmes. Lo he notado cada que lo he abrazado.
—Buenos días —me da un beso en la mejilla.
—Buenos días —sonrío—. Compré magdalenas ¿Quieres café?
—Regla número uno; jamás rechazar una taza de café —muerde una de las magdalenas.
Sonrío con malicia.
—Entonces si una chica guapa te ofrece una taza de café ¿Se la aceptarías?—pregunto enarcando una ceja.
—Depende —se limita a responder.
Eso me hace sonreír.
—¿De qué? —indago—. ¿Que tanta azúcar tenga el café?
Sonríe divertido.
—No —niega—. De quién sea la chica.
Me muerdo el labio inferior, se acerca a mi a grandes zarcadas quedo con él de frente y la encimera en mi espalda, abro la boca decir algo pero me interrumpe.
—Si la chica eres tú —empieza—. Acepto antes que me lo preguntes.
Esta situación no debería divertirme cómo lo hace.
—¿Y si la chica no soy yo? —lo desafío.
Sus ojos azules miran entre divertido y juguetones.
—Entonces, no me quedara más remedio que romper la regla número uno —acerca su rostro al mío—. ¿Y si la historia fuera al revés?
—Yo no soy la que tiene reglas —me justificó.
No me había dado cuenta de cuan cerca hemos estado hasta que se ríe y siento la vibración de su pecho en mi cuerpo.
—Eres una tramposa —me envuelve la cintura con sus brazos—. Puedo perdonarte si me das un beso.
—¿Quien ha dicho que quiero que me perdones? —enarco una ceja y me alza entre sus brazos hasta que quedó sobre la encimera.
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Una Última Vez
RomanceMuchos dicen que la vida es lo más preciado que uno puedo tener, pero ¿Qué pasa cuando ya no tiene sentido? ¿Que pasa cuando ya no tienes una razón para seguir? *** La vida para Janeth, no significa mucho. Gabriel luego de una desilución cree que...