― Olivia. Hacía tiempo que no te veía. ― Dijo Daniel con el aire más desinteresado que se pudiera tener.
Seguía estando igual. Su pelo rubio teñido, con las raíces oscuras y el aire surfero en el pelo. Sus ojos de un azul intenso, y su perilla morena.
― Ya. ― Fue lo único que salió de mi boca. Aunque lo que quería decirle fueran muchísimas más.
― Y con acompañante. ― Pasó su mirada de mí hacia James. Lo miró de arriba a abajo, como si esa mirada le pudiera hacer pequeño, pero no se inmutó, en vez de eso, intervino.
― James. ― Estiró su mano para que se la estrechara. Daniel se la quedó mirando unos segundos hasta que se la aceptó. Daniel tenía una costumbre de estrechar las manos un poco más fuerte de lo habitual, suponía que para establecer quién mandaba ahí, aunque no sirviera de nada. Pero por la cara que puso, quién apretó más fuerte fue James.
Eso tuvo que hacerle sentir más pequeño de lo que él esperaba.
― Daniel. Aunque supongo que ya te habrá hablado de mí.
― No, la verdad. ¿Quién eres? ¿Su primo o algo?
Le estaba quitando la importancia que Daniel se quería dar. Obviamente que le había hablado de él, pero eso era justamente lo que él esperaba, aunque James no le iba a dar el gusto. Pero enserio, ¿primos? Intenté que la risa que estaba conteniendo no saliera de mi boca.
― No. ― Su cara reflejaba una seriedad fría. ― Su exnovio. ¿Y tú quién eres? ¿Un amigo?
― No, no. Su novio. ― La sonrisa de James era sincera, pero eso hizo que a Daniel se le pusieran las orejas rojas. ― Un momento, jugamos contra vosotros hace unos meses, ¿no? ― Hizo como que pensaba lo que iba a decir. ― Sí, ya me acuerdo. La universidad de Saint Lucky. Aunque tampoco tuvisteis tanta suerte. ― James se giró y me miró a los ojos. ― Les ganamos por ventaja de once. Me dieron un poco de pena cuando acabó el partido. ― Aunque me lo estaba diciendo a mí, Daniel lo estaba escuchando todo. Y su cara ahora estaba completamente roja de rabia.
Me tocaba a mí, y le iba a demostrar que yo también sabía jugar.
Me separé de James, y me puse delante de él.
― ¿Dónde está Nina? ― La que fue mi mejor amiga, antes de que Daniel me fuera infiel con ella.
― Ni idea, ya no nos vemos. ― Encogió los hombros como si no fuera nada importante. ― Ahora estoy con Florence. ― La chica de pelo negro recogido en una trenza alta que mascaba chicle sonoramente sonrió de una manera falsa.
Todo eso me estaba superando.
La simpleza con la que le restó importancia a nuestra relación. La facilidad para destrozar corazones. La desfachatez para soltarlo sin más. Cada vez entendía más que no vio un futuro conmigo.
Una parte de mí me decía que me fuera, porque ya había puesto punto final.
Nuestra historia había acabado hacía ya tiempo, y yo estaba en un nuevo capítulo de mi vida que me moría por descubrir.
Decidí que no merecía malgastar mis palabras, mis pensamientos, en alguien que nunca mereció tenerme.
― Nosotros nos vamos. ― Dije. Empecé a caminar, pero decidí girarme para decir algo más. ― Florence. ― Esta se giró y me miró sin interés. ― Mucha suerte con él. ― Ella no dijo nada, pero cómo no, Daniel tuvo que intervenir.
― La suerte la tienes que tener tú, nunca encontrarás a nadie como yo.
Me lo quedé mirando, pensando en qué tendría que tener en la cabeza, o lo que le faltaba, para tener el valor o pensar que lo que decía tenía algún sentido.
ESTÁS LEYENDO
Hechos De Oportunidades
RomanceTras la muerte de su padre, Olivia y su madre deciden irse de su hogar en Londres para empezar de cero en Australia, pero cuando la carta de la Universidad de Huntford llega, su mundo se pone patas arriba. Sin esperar nada, conocerá a gente que le c...