14. Stan.

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«¿Quien me arreglará ahora? ¿Quién se sumergirá cuando esté en lo profundo? Sálvame de mi mismo, no me dejes ahogarme»

Harry nunca había visto el cielo tan oscuro como esa noche. Llevaba horas en casa, y todavía, Louis no aparecía.

Y no culpaba, por supuesto que no lo hacía. Le sorprendería si hubiera llegado y lo hubiera visto ahí, sentado, con la sonrisa mecánica de siempre y los ojos perdidos en algún lado. Lo conocía. Sabía de sus manías por ser dramático pero también lo entendía. En su lugar, hubiera reaccionado del mismo modo.

Harry no había sido hipócrita de preguntarse cómo estaría Louis en esos momentos, cuando llevaba un buen tiempo sin importarle esto último. Pero necesitaba verlo, hablar, porque era ahora cuando la idea de una separación aterraba a Harry. Deslizó un cigarro por sus labios, estando solo en la cocina mientras los niños preferían aislarse mirando la televisión. Se preguntó si ellos notaban lo que estaba pasando, como todo comenzaba a desvanecerse como un sueño. Se preguntó si ellos se sentían tan aterrados como lo estaba Harry de solo despertar, y no ver a Louis más que en confusos recuerdos que después se borrarian.

Pero que no dejarían de doler.

Harry todavía recordaba la mirada de Louis. Los ojos húmedos, la boca semiabierta y las manos temblorosas. Harry estaba demasiado shockeado como para saber que sentía en esos momentos, pero ahora lo pensaba, y le jodía los sesos. Porque ya no se trataba de un mentira que quería esconder, se trataba de cómo la verdad había sido expuesta y como eso, había roto el corazón de Louis.

Y entendió muchas cosas esa noche mientras el cigarro se acababa y el silencio se volvía casi imposible de soportar.

Sus hijos se fueron a dormir luego. Harry se encargó de acostarlos e ignorar la mirada interrogativa que Darcy le daba, esa mirada atemorizada de quién sabe lo que estaba por suceder, pero que aún así, tenía la necesidad de oírlo. De saber que no era una mala jugada de su mente.

¿Cómo le diría que cuando Louis cruzara esa puerta, posiblemente todo acabaría?


Nathan durmió con un dedo en la boca cuando Harry abandonó su habitación y regreso a la cocina. Por supuesto que más tarde, escuchó los suaves pasos de Darcy dirigirse a la habitación de Nathan.

Quizás ella ya se había resignado a que todo volviera a ser como antes.

Se preguntó que diría cuando Louis estuviera en casa, y no encontraba como justificar lo que había hecho, porque ni él mismo lograba comprender del todo, como se había dejado enredar tanto con Amy. Y como eso, lo había vuelto un egoísta. Harry no había pensado en como se sentiría en ese momento. Y era deprimente y por momentos, entendió lo que Louis probablemente debía sentir cuando se levantaba y se encontraba con lo mismo que él estaba viendo.

La casa sola. El silencio insoportable. Recuerdos que parecían lejanos, y demasiado café para una taza.

La puerta de la entrada se abrió, contra todo pronóstico, a eso de las dos de la madrugada cuando Harry pensaba en encender su tercer cigarro. Tragó saliva mientras se ponía de pie y caminaba a la sala.

Quizás Louis había pensando que se encontraba solo. Harry fue demasiado silencioso cuando llegó y lo vió apoyado contra la puerta; sus manos apretando sus ojos.

Y fue como retroceder en el tiempo. Como si estuviera viendo a ese Louis de dieciséis años llorando porque debía irse, porque su esposa lo esperaba en casa, porque tenía el corazón divido en dos personas.

Save me from The Dark » Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora