"Verdades y Mentiras"

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"La verdad está oculta en las sombras, como el hilo de Ariadna, esperando ser desentrañada."

Londres, Presente.

El apartamento de Jezebel era acogedor y lleno de detalles que reflejaban su personalidad. Joans se encontraba sentado en el sofá, con la mirada fija en el teléfono mientras Jezebel buscaba las fotos que quería mostrarle. La tensión en el ambiente era palpable, y Joans luchaba por mantener la compostura mientras la mente giraba entre la revelación de las fotos y la llamada inminente de Hanna.

El teléfono vibró en su mano, rompiendo el silencio tenso de la habitación. Joans tragó saliva y miró el nombre parpadeante en la pantalla: Hanna.

-Lo siento, tengo que contestar -dijo Joans con voz entrecortada, poniéndose de pie y alejándose un poco para contestar la llamada.

-¿Hola, cariño? -dijo Joans, tratando de sonar calmado mientras se apartaba de la vista de Jezebel.

-¿Cómo está tu amigo? -preguntó Hanna al otro lado de la línea, su tono directo.

Joans respiró hondo, sintiendo la presión de las mentiras que se acumulaban.

-Está bien, gracias. Estaré aquí unos días más para asegurarme de que esté bien.

Hanna guardó silencio por un momento, y Joans sintió el peso de su mirada a través del teléfono. -Joans, sé que estás en Londres. No me mientas.

El corazón de Joans dio un vuelco. ¿Cómo había descubierto Hanna su paradero? Intentó encontrar las palabras adecuadas, pero la voz de Hanna sonó fría y distante.

-Esto no puede seguir así, Joans. Necesitamos hablar, te estaré esperando en la casa de tus padres.

Joans cerró los ojos con frustración. -Hanna, por favor, intenta entender...

-No quiero escuchar excusas ahora, Joans. Hablaremos cuando vengas. Adiós.

La llamada terminó abruptamente, dejando a Joans con una sensación de vacío y culpa. Guardó el teléfono lentamente y se giró hacia Jezebel, que lo observaba con una mezcla de curiosidad y preocupación.

-¿Está todo bien? -preguntó Jezebel, acercándose a él con cautela.

Joans asintió con pesadez. -Sí, solo... problemas personales. Lo siento.

Jezebel lo miró fijamente por un momento, leyendo las emociones en su rostro. Luego suspiró y le ofreció las fotos que había estado a punto de mostrarle.

Joans miró las fotos en las manos de Jezebel y sintió un nudo en el estómago. Las imágenes, que antes le parecían intrigantes, ahora eran solo un recordatorio de la complicación de su situación.

-Lo siento, Jezebel. No puedo ver las fotos ahora. Hay algo más importante que tengo que hacer -dijo Joans, su voz llena de determinación.

Jezebel frunció el ceño, sin soltar las fotos. -Joans, por favor. Esto es importante para mí. Quiero que veas esto, quiero que entiendas...

Joans levantó una mano para interrumpirla, su paciencia al límite. -Jezebel, ya te lo dije. Esto es más importante. Mi novia me está esperando, y tengo que arreglar las cosas con ella. No puedo seguir con esto ahora.

Jezebel lo miró fijamente, sus ojos llenos de una mezcla de frustración y tristeza. -¿Y qué pasa conmigo? ¿Todo lo que hemos compartido aquí no significa nada para ti?

-Claro que significa algo, Jezebel. Pero mi relación con Hanna es... es algo que no puedo ignorar. Ella es más importante ahora -respondió Joans, su voz más suave pero firme.

Ecos de un Amor PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora