Capítulo V: My heart falling in love for you

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Después de regresar del lago e ir a la lechucería, ambos amigos decidieron ir a comer con Hagrid, puesto que Harry seguía sin sentirse capaz de ir al Gran Comedor, donde seguramente todos se encargarían de recordarle lo que había pasado la noche anterior. Harry se sentía considerablemente menos agobiado, aunque las preocupaciones sobre el torneo regresaron cuando Hagrid lo sacó a tema.

— Así que te toca participar ¿No? Campeón del colegio.  -- La expresión de Hagrid delataba algo de nerviosismo, sin embargo, se esforzó por esbozar una sonrisa para Harry.

— Uno de los campeones. — lo corrigió Harry resignado a qué Hagrid le preguntara sobre cómo lo había hecho para poner su nombre.

— ¿Tienes idea de quién pudo haberlo hecho? — preguntó Hagrid.

—Entonces, ¿tú sí me crees cuando digo que yo no fui? —le preguntó Harry sintiendo en el pecho una sensación de alivio y un sentimiento de gratitud hacia Hagrid.

—Por supuesto —gruñó Hagrid—. Has dicho que no fuiste tú, y yo te creo. Y también te cree Dumbledore.

—Me gustaría saber quién lo hizo —dijo Harry amargamente.

— No te consumas por ello Harry. — le dijo Hagrid con sensatez. — Es cierto que quien haya puesto tu nombre en el Cáliz de Fuego no te hizo un favor, pero confía en que Dumbledore no va a dejar que te pase algo, ¿De acuerdo?

— Yo pienso que eventualmente se va a llegar al fondo del asunto. Por lo mientras, Harry, lo mejor que podemos hacer es prepararnos para el torneo. — aportó Hermione, y Harry simplemente asintió con la cabeza.

Para cuando regresaron al castillo, ya había comenzado a oscurecerse el cielo. Hermione preguntó a Harry si quería ir a cenar al Gran Comedor, pero Harry no se sentía listo todavía para enfrentar al colegio entero, por lo que le pidió a Hermione que fuera ella sola, y que si podía, le subiera  pastel de carne y un poco de tarta de melaza. Después de que ambos amigos se separaron, Harry subió por la escalinata de mármol con bastante precaución de no encontrarse de frente con ningún alumno; el pequeño Gryffindor era consciente de que probablemente se debía ver un poco patético andar con tanto recelo, pero nadie podía culparlo, no cuando todavía sentía que el mar de pensamientos que tenía en su cabeza lo estaba abrumado.

— ¡Harry! — saludó una voz a sus espaldas, a lo que él sintió los músculos de su cuerpo tensarse inmediatamente, puesto que el dueño de aquella voz pertenecía a quien Harry había dedicado más de la mitad de sus pensamientos durante el día. — ¿Cómo estás? Te he estado buscando todo el día, pero no te ví en el Gran Comedor.

— Hola Cédric…— dijo Harry sintiendo como sus mejillas se calentaban y su corazón se aceleraba. Era la primera vez que hablaba de frente con Cédric desde que descubrió sus sentimientos por él, y aquel encuentro fue más difícil porque se dió cuenta que no estaba preparado para verse de nuevo con aquel hermoso castaño tan pronto. — Perdón, hoy no tenía muchas ganas de estar rodeado de gente. Estuve con Hermione en el lago un rato, y después fuimos a almorzar con Hagrid.

— Ya veo, tiene sentido en realidad. No tienes nada por qué disculparte Harry, entiendo que no hayas querido bajar al comedor… — las palabras de Cédric comenzaron a sonar un poco dubitativas. — Si te soy honesto, estaba preocupado por ti, por lo que justo ahora iba camino hacia la torre de Gryffindor. — terminó de decir mientras se pasaba una mano por la nuca sonriendo de manera tímida.

El corazón de Harry se derritió ante esa imagen, no solo por la linda imagen que proyectaba Cédric avergonzado, sino también por saberse motivo de preocupación y atención por parte del castaño, cosas que lo hizo sentirse más tranquilo en su presencia. No pudo contener la pequeña sonrisa que brotó de sus labios, a lo cual el castaño no tardó en corresponder, había cierta magia ahí que ninguno de los dos había conocido antes, la cual era hermosa y temible en partes iguales.

Entre dragones, sirenas, laberintos y un cementerio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora