Capítulo 8

208 27 2
                                    

SABRINA HATMAN

Aquella noche fue dura. Estuve en mi casa cocinando durante horas y horas hasta que amaneció. En otras palabras, no había dormido nada.

Mi hermano al parecer estaba durmiendo en la casa de un "amigo". Ese "amigo" sabía perfectamente que tenía nombre y apellido de mujer: Daphne Williams.

Me hice una coleta, me puse el delantal y empecé a diseñar el emplatado del segundo entrante de nuestro menú. Me sonó el móvil un par de veces, pero no quise distraerme con nada.

Puse el tomate, la albahaca y las semillas de chía junto a la carne de oso, pero no me gustaba como quedaba. Entonces, lo quité todo del plato y volví a empezar. Así una y otra y otra vez.

No ayudaba el recordatorio automático de Carmy tocándome dos días atrás. Quizá ahora tenía un problema porque mi pasión, la cocina, me recordaba a él. Y tenía miedo de que acabará asociando la pasión a Carmy Berzatto.

Cogí un tenedor y probé la carne. No mastiqué dos veces y me obligó a escupir. Apoyé la cabeza en la encimera para descansar la mente un poco. Mi móvil seguía sonando una y otra vez. Decidí encenderlo y ver quien me estaba llamando a esas horas. Carmy. Lancé el móvil contra el sofá y rompí a llorar de nuevo.

***

De pequeña era la típica niña que lloraba por cualquier tontería. Los demás se reían de mi por ello y todavía recuerdo cómo mi madre les decía: Es que los Hatman lloramos mucho.

Entonces entendí que quizá debería dejar de expresar tanto mis sentimientos. Sobre todo en público. Y, después de años de caídas y recaídas, me obligué a mi misma a apagar una parte de mi. Una parte que jamás logré volver a encender, y que no sé si algún día lo conseguiré.

Echo de menos esa parte de mí que lloraba. Que podía exteriorizar ese dolor interno aunque fuera encerrada en el baño o en mi cuarto. Echo de menos llorar porque ya no consigo hacerlo. No lo consigo.

Hay quien lo llama bloqueo emocional, depresión, pero yo lo llamaría castigo. Castigo por todos aquellos años en los que me ridiculicé a mi misma. Por todos los años que derramé una simple lágrima delante de desconocidos que lo usarían en mi contra. Delante de carroña inútil que desaparecería en un par de años.

***

Carmy: Buenas noches, chef. Quería citarte mañana una hora antes de que comience la jornada laboral. Me veo obligado a hacerte una serie de pruebas. Espero que puedas asistir, te pagaré las horas extra. Gracias.

***

Así que, ahí me encontraba a las 4 a.m, esperando a que el señorito viniera de su casa a -12°C bajo cero. Para mi sorpresa, vi a Sydney a lo lejos tan confundida como yo por verme ahí.

Sabrina: ¿También te ha citado?

Sydney: Sí, ¿y a ti?

Sabrina: Sí. -Fruncí el ceño- ¿Te ha dicho el porqué?

Sydney: No. No tengo ni idea.

Sabrina: Genial. -Murmuré sarcástica- ¿Tienes llaves?

Sydney: Sí. -Abrió la puerta del local- Pasa, hace frío.

Fuimos hacia la cocina y nos lo encontramos preparando varios alimentos en las nuevas encimeras, que nos llegaron el día anterior, junto a Tina y Richie.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 18 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝐅𝐔𝐂𝐊 𝐘𝐎𝐔 || Carmy Berzatto, The BearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora