Capítulo # 5: La sombra del remordimiento

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Advertencia ⚠️:

Esta historia puede contener contenido explícito, incluyendo lenguaje fuerte, escenas gráficas y situaciones adultas. Se recomienda la discreción del lector. Se insta a los lectores a reflexionar sobre la trama y a no repetir los mismos actos ocurridos en la historia.

TODOS LOS PERSONAJES DEL CAÌTULO TIENEN MAS DE 18

En el capítulo anterior:

Pocos caballeros se acercaron para patear al chico, como si fuera una simple pelota, al llegar a una esquina se refugió en esta haciéndose bolita, levanto la mirada dejando ver que el brillo en sus ojos había muerto y con él, la poca esperanza que le quedaba.

Ahora no era más que un lienzo, uno en donde se podía ver una obra de arte digna de un enfermo mental, en donde la pintura, los trazos y el "arte" no eran más que las marcas en su cuerpo, el dolor y un espíritu destrozado, no, más bien quebrado hasta volverse añicos.

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Mientras que Dorian era torturado y sometido a tales juegos aberrantes, el tiempo siguió su curso natural, los días pasaron transformándose así en semanas, mostrando así lo poco que importaba aquel joven en ese mundo.

Quien se encontraba sumergido en una profunda confusión, su mente estaba cerca del colapso, todo esto debido a la bruma de recuerdos que de algún modo era como si danzaran frente a él, con un aspecto borroso y distorsionado. De pronto, una nítida imagen de el mismo... lo que estaba viendo en ese momento no era más que un fugaz destello de su juventud, un niño pequeño que se acurrucaba en un oscuro rincón de un callejón olvidado del mundo.

— Do-donde estoy... acaso... funciono— Menciono en un susurro con su ahora voz infantil, mientras temblaba por el frío y el miedo de lo que había experimentado.

Aquel pequeño observó sus alrededores, en su mirada podía verse reflejado un profundo temor por el "extraño" mundo que tenía delante, aquellas luces brillantes y esos altos edificios que rodeaban el lugar eran algo nuevo para él.

Todo era tan diferente, tan ajeno y raro a lo que antes había conocido, aun así, aquella soledad no duro mucho, pues un par de figuras a lo lejos, cautivadas por aquel extraño niño, se adentraron al callejón.

Aquellas figuras no hicieron más que mirar al pequeño con compasión, mientras se alejó instintivamente, estaba aterrado, no sabía en quién confiar en este nuevo mundo, aun así aquella pareja lo miro con compasión y un poco de melancolía, rozando ligeramente la lástima de ver a alguien tan joven en dichas condiciones tan deplorables.

Dorian los observo con cierto grado de desconfianza, era incapaz de responder ya sea por el temor o por los traumas de los que había escapado, solo sintió como un nudo se formaba en su garganta mientras que las lágrimas se acumulaban en sus ojos cristalizando esos, hasta que las lágrimas comenzaron a caer una a una por sus mejillas.

— Sh, sh, sh... tranquilo pequeño... no temas, te llevaremos a un lugar seguro— Menciono aquel hombre extendiendo una mano delante del niño para que este se acercara a él.

Unos cuantos segundos pasaron para que el pequeño Dorian se acercara, aun así estaba temeroso de lo que podría pasar, pero en cuanto aquel señor tomo su mano, este rápidamente lo abrazo, permitiéndole experimentar a Dorian un sentimiento de calidez y seguridad nunca antes experimentado.

Quizá todo a su alrededor fuese extraño y confuso, pero a pesar de eso, muy dentro de su interior, estaba aliviado de haber sido encontrado y rescatado por alguien, reflejándolo al momento en el que se aferró a aquel hombre.

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