En Tu Boca

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Bueno quedó corto, pero hoy quería publicar algo porque el miércoles de la semana pasada se me olvido por completo, el punto es que también necesitaba desahogarme así que espero que les guste.

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Por qué le gustaba tanto abrazarla? No lo sabía, solo quería tenerla entre sus brazos y consolar su dolor, le gustaba tanto su sonrisa que odiaba tener que verla remplazada por la tristeza.

- Escucha, tu padre te adora, seguro que al final te pide que estés a su lado - Se separaron del abrazo pero manteniendo la cercanía, sentía las manos de Fina en su cintura, la tela del camisón era delgada y el calor que desprendía llegaba hasta su piel.

- Ojalá

- Que te juegas? - Fina suspiró y Marta no pudo evitar acariciar su cabello con suavidad consiguiendo esa tan anhelada sonrisa - Una bandeja de suizos? - Una ligera risa brotó de ella

- Con chocolate, para mojar - Agregó

- Con lo que tú quieras - No podía dejar de mirarla, sentía que quería darle el mundo con tal de no verla sufrir así

- Gracias por estar ahí - Fina resaltó lo importante que era su apoyo en momentos como esos

- Gracias a ti por dejarme estar - Sin saber cómo se habían acercado tanto, vio a Fina con la mirada puesta en sus labios, Marta tampoco pudo evitar hacer lo mismo mientras que sus rostros se acercaban inconscientes sin importar los rayos que iluminaban la habitación por la fuerte tormenta. De repente Marta sintió la respiración de Fina, el roce con su piel y se quedó perdida en cuanto ella cerró los ojos, estaban a punto de rozar sus labios pero la rubia se apartó, Fina abrió los ojos pensando que seguramente se iría arrepentida dejándola sola pero no, ahí seguía agitada, asustada tal vez, sin decir una palabra - Aquí no... - La tomo de la mano y la arrastró fuera de cocina hacía la izquierda en el ala de servicio, Fina seguía sus pasos confundida, esa Marta que la llevaba por los pasillos no era la misma de siempre, de donde venía esa valentía?. De repente cruzaron una puerta y adentro Fina sabía que era su habitación.

- Como sabías que estaba en ésta habitación? - Preguntó curiosa mientras esperaba que Marta cerrará la puerta con seguro.

- Siempre ha sido tuya, lo recuerdo - Marta respiraba agitada mientras caminaba hacia ella y a Fina se le aceleró el corazón, por lo que le ayudo a cerrar la distancia que aún las separaba y estrelló sus labios contra los de ella, un gemido ahogado le mostró lo deseosa que Marta estaba, sintió el roce de sus manos en la cintura y sus cuerpos completamente pegados

- Marta... - Susurró sobre sus labios mientras a pasos cortos se acercaban a la cama, sus manos se deslizaron por el cuello y el escote del camisón, el primer botón ya estaba suelto por lo que continuo con el resto, cuando llegó a la mitad metió las manos por debajo de la tela sobre sus hombros y ésta se deslizó hasta el suelo, Marta gimoteó y soltó el pequeño lazo que aseguraba la bata de Fina, ésta bajo los brazos dejando que Marta la deslizara por sus hombros hasta que también cayó al suelo. Cuando la parte trasera de sus rodillas tocaron el borde de la cama fue consciente de la situación, las respiraciones aceleradas, los movimientos desesperados, los besos húmedos y las manos de Marta apretando su cintura. - Marta espera... - La rubia quien se encontraba besando su cuello levantó el rostro para mirarla algo avergonzada - Para

- Lo siento... Yo... - Se alejó de ella como si estuviera haciendo algo mal - No quería incomodarte

- No, no no, no me incomoda - La tomó de la mano y la trajo de vuelta hacia ella - Yo te deseo y anhelo esto más que cualquier otra cosa, pero no quiero que hagas algo de lo que después de arrepientas

- No lo haré, yo también anhelo esto - La beso suavemente

- Estás segura? - Preguntó mientras se sentaba sobre la cama y se echaba hacia atrás quedando acostada, dándole la posibilidad a Marta de venir con ella o irse

- Segura - Se inclinó sobre Fina y ésta se ayudo de sus manos para seguir hacía atrás y que sus piernas quedarán sobre la cama también, Marta se mordió el labio mientras gateaba sobre la cama siguiendo a Fina, metiéndose entre sus piernas cuando las abrió solo para ella, con sus manos levantó la tela de su pijama sobre sus piernas, sobre sus caderas, dejando su abdomen al descubierto y pasando la lengua sobre la piel, siguió subiendo, por entre sus pechos desnudos, Fina ensimismada levantó las manos sobre su cabeza y Marta termino de quitar la prenda, la morena no perdió el tiempo y bajó sus manos hasta la pijama de Marta, llevándola hacía arriba en cuestión de segundos, la piel hizo contacto directo mientras se volvían a besar con pasión, poco a poco la ropa interior terminó deslizándose hacía abajo entre movimientos y caricias para quedar totalmente desnudas.

- Quiero perderme en tu boca Marta - Susurró Fina mientras sus lenguas empezaban a rozarse dentro de sus bocas en cada beso

- He soñado con esto... - Marta la miró a los ojos en lo que su mano se deslizaba hacía abajo, no tenía idea de lo que hacía, solo seguía los deseos y los impulsos de su cuerpo, de pronto sus dedos llegaron a un lugar húmedo, arrancándole un gemido ahogado a Fina, solo podía concentrarse en ese sonido de placer resultado del movimiento que sus dedos hacían al deslizarse hacia adentro, la vio morderse el labio para luego suspirar y entonces le pareció lo más sexy que había visto en su vida, inicio con movimientos suaves y un vaivén tentador pero aceleró a medida que Fina abría la boca y enterraba sus uñas en su espalda.

- Ahh Marta... No pares - Su voz salía ronca y aunque en ese momento se le dificultaba pensar no podía entender cómo esa mujer sabía exactamente qué hacer para volverla loca

- No sabes cuántas veces me he tocado sola en mi cama pensando en ti - Marta susurro sobre su oído, con esa voz tan sexy que hizo que a Fina se le erizara la piel, no pudo evitar gemir por la imagen mental que esto le proporcionaba, de repente sintió que su cuerpo empezó a tensarse pero justo en ese momento Marta se detuvo

- Ahh no... - La sintió dejar un beso húmedo en su cuello antes de incorporarse, lo que no se imaginó es que iba a pasar una pierna sobre su cadera y la otra por debajo, Dios, el roce placentero la llevaba de vuelta a la locura en cuanto empezó a moverse, primero suave y luego aumentando el ritmo constantemente, su pelvis se levantaba buscando más fricción y Marta no podía reprimir aquellos sonidos de placer que le producía, los músculos de ambas dolían, empezaron a temblar mientras la habitación se inundaba de suspiros y jadeos, el sudor se hizo presente y Fina se mordió el labio al ver una gota deslizarse lentamente desde el pecho hasta el abdomen de Marta, no pudo evitar estirar una mano hasta su cuello, entre sus rizos e incorporarse lo para poder besar sus labios sin dejar de chocar sus caderas, la rubia también enredó sus dedos en el cabello de Fina y eso las llevo al límite, sus cuerpos se estremecieron, las uñas se clavaron en la piel y de pronto se dejaron caer sobre las sábanas húmedas...

...O al menos eso creía Marta, al dejarse caer la imagen de Fina desapareció, abrió los ojos y levantó el rostro de la almohada, estaba bocabajo y una de sus manos llegaba a su entrepierna, no le podía estar pasando esto de nuevo, se dio la vuelta mirando al techo, un suspiro de frustración salió de su boca, se quitó la sábana de encima y mandó de nuevo la mano hacia abajo, húmeda otra vez, que le estaba haciendo está mujer para que ahora tuviera sueños eróticos con ella, tantas ganas le tenía? Se sentó en la cama y miró a su alrededor, gracias a Dios estaba sola en su habitación, se pasó las manos por el cabello y recordó lo que pasó un par de horas antes en la cocina, casi se besan, estaba tan dispuesta que la dejó acercarse y en el último segundo la cordura que le quedaba la hizo alejarse y salir huyendo de la cocina. Ahora estaba pagando el precio de no seguir sus deseos, el castigo era fantasear con una mujer que le provocaba todo tipo de sensaciones y se encontraba durmiendo en la misma casa. Se puso de pie con los brazos cruzados en el pecho y miró por la ventana cerrada, los rayos iluminaban todo y llovía a cántaros.

Sabía perfectamente que no iba a poder dormir por el resto de la noche y la humedad entre sus piernas seguiría ahí sin solución alguna, por qué no romper las reglas por una vez en su vida?

- Siempre he sido la mujer perfecta en ésta familia, complaciendo a todo el mundo, porque no complacerme a mi misma solo por esta noche - Se tocó los labios mientras hablaba para si misma y respiró profundo antes de dirigirse a la puerta, tal vez la mejor decisión que pudo haber tomado en su vida, el resto de la noche su habitación permaneció sola, en cambio ella se había metido en otra cama, bajo otras sábanas y se había perdido en esa boca.

Anhelos de Mujer (One Shots)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora