Los sonidos de la forja resonaban a lo lejos, en una habitación aislada de las demás. El calor intenso emanaba del lugar, acompañado por los golpes rítmicos del hierro colisionando con otro material igualmente duro. Los que pasaban cerca de la habitación murmuraban en silencio:
—¿Quién es ese?
—¿No sabes quién es? ¡Es uno de los hijos más antiguos de nuestra diosa!
No era inusual que supieran quién estaba dentro, ya que él nunca salía. Esa era la vida del chico albino de ojos rojos.
—¿Qué nivel es?
—Nadie lo sabe, solo nuestra diosa, pero ella lo mantiene en secreto.
—Ya veo.
*Boom*
De repente, una explosión resonó desde la habitación, alertando a todos. Algunos sacaron sus armas y prepararon hechizos, listos para la batalla. Pero lo único que se escuchó fue un grito de ira y dolor: "¡¿Por qué otra vez?!". La confusión se apoderó de todos hasta que llegó su capitana, Tsubaki Collbrande, quien sin miedo entró en la habitación. Los minutos pasaron y solo se escucharon los gritos de un adolescente.
—¡No me sueltes, Tsubaki! ¡No quiero salir!
—¡Tienes que salir al menos una vez al mes!
—¡No quiero!
Las quejas del adolescente se mezclaban con los regaños de la capitana. Finalmente, Tsubaki salió cargando al albino como si fuera un saco de papas, mientras él señalaba hacia su taller.
—Voy a mandar a alguien que lo arregle por ti.
—Está bien...
El chico respondió con desánimo, sin ganas ni de hablar. Lo habían sacado de su preciado taller, y solo podía llorar en silencio mientras su capitana lo llevaba hacia los aposentos de su diosa.
—Conozco este camino, Tsubaki. ¿Por qué me llevas frente a Kami-sama?
Bufó el albino, sabiendo que lo llevaban a ver a su diosa y ama. No es que no quisiera verla, sino que su aspecto era deplorable después de tanto trabajo.
—Hephaestus-sama te llamó.
Sin más explicaciones, el chico suspiró. No podía oponerse ni a su capitana ni a su diosa; eran las reglas de la Familia Herrero de la diosa Hephaestus. Los minutos pasaron y el chico seguía siendo cargado como un costal de papas, sin rechistar, sabiendo que su capitana era testaruda y no le escucharía.
—Tsubaki, si me sueltas, te daré 40 mil valis al contado.
Intentó sobornarla con una gran suma de dinero.
—Si crees que me vas a sobornar con esa pequeña suma, estás equivocado, conejo.
—¡¿Conejo?! ¡Cuántas veces tengo que decirte que no soy un conejo!
Odiaba que le dijeran conejo. No era su culpa parecerse a un almiraj, pero siempre lo confundían.
—JAJAJA
Tsubaki se rió al ver la reacción del albino, quien trataba de golpearla en la cara.
—Tranquilo, Bell, no es tu culpa que por alguna rara razón te parezcas a un conejo.
—Odio eso de mí. Ahora que lo pienso, ¿me puedes dar más materiales? Los necesito.
—De eso es de lo que quiere hablar Hephaestus-sama contigo.
—Ya veo...
Una simple conversación hizo que Bell temiera por su salud mental. No quería ser regañado por su diosa, no otra vez. Finalmente, llegaron a la entrada de la oficina de Hephaestus.
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Esta Mal Ser Un Herrero En Una Mazmorra
FanfictionUn conejo, debe de haber quedado y ser cuidado por Zeus, este se la dará a su hija Hefestos, que lo cuidara como uno de sus hijos, para que este sea un gran héroe como el sueño que siempre quiso