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Spreen esta frente a mí con una fusta de cuero trenzado. Solo Ileva puestos unos Levi's viejos, gastados y rotos. Golpea despacio la fusta contra la palma de su mano sin dejar de mirarme. Esboza una sonrisa triunfante. No puedo moverme. Estoy desnudo y atado con grilletes, despatarrado en una enorme cama de cuatro postes. Se acerca a mí y me desliza la punta de la fusta desde la frente hasta la nariz, de manera que percibo el olor del cuero, y luego sigue hasta mis labios entreabiertos, que jadean. Me mete la punta en la boca y siento el sabor intenso del cuero.

—Chupa -me ordena en voz baja.

Obedezco y cierro los labios alrededor de la punta.

Basta - me dice bruscamente.

Vuelvo a jadear mientras me saca la fusta de la boca y me la desliza desde la barbilla hasta el final del cuello. Le da vueltas despacio y sigue arrastrando la punta de la fusta por mi cuerpo, por el esternón, entre los pechos y por el torso, hasta el ombligo, Jadeo, me retuerzo y tiro de los grilletes, que me destrozan las
muñecas y los tobillos. Me rodea el ombligo con la punta de cuero y sigue deslizándola por mí hasta el clitoris. Sacude la fusta y me golpea con fuerza en el clitoris, y me corro gloriosamente gritando que me desate. De pronto me despierto jadeando, bañado en sudor y sintiendo los espasmos posteriores al orgasmo. Dios mio. Estoy totalmente desorientado. ¿Qué demonios ha pasado? Estoy en mi cama solo. ¿Cómo? ¿Por qué? Me incorporo de un salto, conmocionado.

Uau. Es de día. Miro el despertador: las ocho. Me cubro la cara con las manos. No sabia que yo pudiera tener sueños sexuales. ¿Ha sido por algo que comí? Quizá las ostras y la investigación, que han acabado manifestándose en mi sueño erótico. Es desconcertante. No tenía ni idea de que pudiera correrme en sueños.

Samy se acerca a mí corriendo cuando entro tambaleándome en la cocina.

—Roi, estás bien? Te veo raro. Llevas puesta la americana de Spreen?

—Estoy bien.

Maldita sea. Deberia haberme mirado en el espejo. Evito sus ojos cafes, que me atraviesan. Todavía no me he recuperado del sueño.

-Si, es la americana de Spreen.

Frunce el ceño,

—¿Has dormido?

—No muy bien.

Cojo la tetera. Necesito un té.

—¿Qué tal la cena?

Ya empieza.

—Comimos ostras, y luego bacalao, así que diría que hubo bastante pescado.

—Uf... Odio las ostras, pero no estoy preguntándote por la comida. ¿Qué tal con Spreen? ¿De qué hablaron?

—Se mostró muy atento. -Me callo.

¿Qué puedo decirle? No tiene VIH, le interesa la interpretación, quiere que obedezca todas sus órdenes, hizo daño a un omega al que colgó del techo de su cuarto de juegos y quería follarme en el comedor privado. ¿Seria un buen resumen? Intento desesperadamente recordar algo de mi cita con Spreen que pueda comentar con Samy.

Los Juegos Oscuros De Un MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora