Clientes Frecuentes

396 47 22
                                    

Samantha preparaba el desayuno, era sábado y tenía planeado un gran día con Lily, irían a la feria y comerían fish and chips. Sería lindo.

La rubia distinguió una expresión diferente en los ojos de su hija cuando ésta se sentó a comer sus panqueques.

—¿No duele tu cabeza?

—Nop —respondió la niña y siguió comiendo.

Samantha tenía clavada en la mente a la médico omega del día anterior, sus pómulos altos, su nariz de botón, esos ojos enormes, su cabello como una suave ola. Oh, y su aroma, no podía pensar en otra cosa.

Pero debía concentrarse en su día y cuidar muy bien de Lily.

La alfa cargó una mochila que contenía un suéter bien abrigado, una gorra por si el sol era muy fuerte, el jarabe que la doctora había recetado el día anterior, una botella de agua y un par de snacks.

Lily por su parte había decidido que esa linda omega sería su madre, ella sólo quería ese cariño maternal.

En la feria, después de estar en casi todas las atracciones, Samantha compró fish and chips y ambas se sentaron en el puerto a comer, estaban al lado de una familia. La castañita veía con curiosidad el corndog que el niño con quien jugó un poco, comía. Le señaló a Samantha.

—¿Puedo tener uno de esos?

Samantha se giró y se dirigió al alfa, padre del niño.

—Hola, disculpa, ¿dónde compró ese corndog? —preguntó educadamente.

—En ese lugar —señaló un puesto lleno de gente—. Son muy buenos, le ponen mantequilla de mani a la mezcla, de hecho a todo —Rivera dio las gracias y se regresó con su cachorra.

—Lily, no puedes tener uno, perdón.

—¿Por qué?

—Por que tienen mantequilla de mani y eres alérgica a las nueces.

La muchachita comprendió. Sabía que no debía comer eso o tendría que ser llevada al hospital.

Esperen.

Tenía que ser llevada al hospital donde la omega bonita la atendería y así su mamá vería que debían estar juntas.

Así que Lily acabó su pescadito y después siguió jugando con el otro niño. Le pidió amablemente al azabache que si le convidaba de su comida y él le daría de sus papas. Éste aceptó, así que Lily mordió dos veces la banderilla y tuvo que admitir que no era gran fan del sabor.

Se acercó con su mamá y tomó su botecito de papas, Samantha la detuvo y le preguntó a donde iba.

—Él me dio de su comida, le daré papas.

Samantha abrió ampliamente los ojos y tomó su mochila, asustada. Con el corazón latiendo fuerte, cargó a su niña, y repitiendo sus acciones del día anterior, corrió hasta emergencias. Fue de inmediato al mostrador, contó un poco la situación y antes de acabar, la omega del día anterior apareció.

El miedo combinado con su emoción al ver a la castaña de cabellos largos, le hicieron olvidar regañar a Lily y preguntarle por qué había comido eso si sabía que le haría mal.

—Yo me encargo Marie —la enfermera asintió—. Sígame —le indicó a Samantha.

Llegaron al cuarto con el número 6, la rubia recostó a la pequeña en la camilla, vio a la omega y una enfermera empezar a moverse con rapidez, le pusieron suero a Lily, quien extrañamente parecía muy feliz. La enfermera inyectó algo al suero y salió. 

Puppy || RivamaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora