Salir con alguien a quien no le importas es duro. Bueno, pues Eiza lo sabe mejor que nadie. Atsuno Tokoyoda, su novio desde hace años, es un chico coqueto, amable, guapo y deportista.
Eiza, ciega de amor, ignora los comportamientos de su novio, con...
Una brisa suave mecía las hojas de los árboles, que empezaban a tornarse de un color amarillento por la llegada del otoño. Las clases estaban transcurriendo más lentas de lo normal y dejé que mi mirada vagase por el exterior mientras el zumbido monótono del profesor se desvanecía en el fondo de mi mente.
De repente, la campana sonó y revisé las notificaciones de mi móvil, tenía un mensaje de Atsuno:
"Oye, ¿puedes comprarme un batido de vainilla? Luego te devuelvo el dinero."
Suspiré. Aunque la relación con Atsuno se deterioraba cada vez más, me había pedido un favor y no había necesidad de levantar sospechas. Me dirigí a la máquina expendedora del pasillo, comprando el batido.
—Eiza, ¿podrías ayudarme con esta tarea? No entiendo muy bien este punto— preguntó Hiroshi, un compañero, cuando me senté de nuevo. Me miraba con genuina necesidad.
—¿Por qué necesitas la ayuda de Eiza?— interrumpió Atsuno, saliendo de la nada y apoyándose en el marco de la puerta con un tono lleno de una posesividad que resultaba molesta.
No podía creer la cara dura que tenía, solo recordaba mi existencia cuando necesitaba favores o mi centro de atención dejaba de ser él.
—Me pide ayuda a mí porque soy buena en lengua, Atsuno. No tiene nada de malo ayudar a un compañero— respondí, no podía creerme que fuese capaz de fingir celos, cuando era él quien se besaba con mi amiga.
Atsuno me miró fijamente para después encogerse de hombros con indiferencia.
—Bueno, solo asegúrate de no distraerte demasiado— dijo, con una sonrisa que me irritaba profundamente.
—Atsuno —dije, haciendo que se girara. —, ¿has terminado el proyecto de ciencias?—
—Sí, ya lo entregué —respondió echando una mirada rápida a Kohana, probablemente ella le había ayudado.
—Ah, vale, solo quería saber —dije, poniendo una excusa para no darle el batido, no se lo merecía de todas formas.
En el recreo, me reuní con Haruka y Emiko en nuestro lugar habitual, una mesa que estaba en unas de las esquinas del patio.
—¿Va a venir Kohana?— pregunté intentando sonar casual.
—No, dijo que tenía cosas que hacer— respondió Emiko con un tono de desilusión.
Suspiré, sabiendo que era el momento de hablar. —Emiko, hay algo que quiero contarte. Haruka ya lo sabe, pero tú también necesitas saberlo—dije cogiendo aire.—Vi a Kohana besarse con Atsuno.
—¿Qué?—Emiko abrió los ojos sorprendienda.—No puede ser, Kohana no haría eso— dijo incrédula.
—Lo vi con mis propios ojos, Emiko. A mi también me cuesta creerlo— dije, tratando de consolarla.
—No puedo creer que mi mejor amiga sea así—dijo jugando con su comida.—¿Y que piensas hacer?
—Quiero dejarle cuando acaben los exámenes de otoño, si es con pruebas mejor—dije bajando la voz.
—Yo...creo que también hablaré con Kohana—dijo Emiko. —Parece que Atsuno y ella comparten personalidad— bromeó.
Haruka rió ante la broma y le dio un apretón en el hombro a Emiko, mirándola con ternura.
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