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Podía sentir la agitada respiración de Izuku en su maldita boca, pero aún así no se atrevía acortar la distancia

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Podía sentir la agitada respiración de Izuku en su maldita boca, pero aún así no se atrevía acortar la distancia. Él ya había dado el primer paso, era enteramente la desición del más bajo en acercarse o directamente rechazarlo de una maldita vez. Los segundos parecían horas y la respuesta era más que clara, no era correspondido.

Cerró los ojos un momento disfrutando de la cercanía del contrario, pues probablemente sería la última vez que lo tendría así de cerca.

Sentía alivio pero también unas inmensas ganas de llorar. Era doloroso, no se había mentalizado lo suficiente para el rechazo. Sin embargo tampoco se arrepentía, después de todo tarde o temprano se iba a confesar, aunque planeaba haverlo un poco más romántico y sin gritos de por medio.

Unos suaves golpes en la puerta hizo que se separaran de golpe. Incómodo, Deku abrió la puerta pretendiendo que todo estaba normal.

—¿Eri? —preguntó confundido—. ¿Qué haces aquí a esta hora? —se agachó a su altura para acariciarle la cabeza.

—Lamente molestarte —se inclinó torpemente—. Estaba buscando a Bakugo y me dijeron que estaba aquí —se removió nerviosa.

—¿A Kacchan?

—Muévete —lo empujó de su camino—. ¿Qué es lo que quieres, niña? —preguntó adoptando una postura ruda. Casi ni parecía que estaba a punto de llorar.

—Toma —tendió tímidamente una hoja con ambas manos—. Quería agradecerte por lo de la otra vez, gracias a ti, ya no le temo a la oscuridad —sonrió con sus mejillas sonrojadas.

Katsuki tomó el dibujo y lo observó. Eran él y Eri de la mano bajo un cielo estrellado junto a un "gracias" lleno de colores. Era horrible a su parecer, pero aún así le encantó, después de todo era la primera vez que recibía este tipo de regalo. Por su lado, el peliverde observaba la escena enternecido y a la vez intrigado.

—Me lo quedaré —despeinó a la pequeña—. Pero debes mejorar, yo no tengo los ojos tan grandes y mi cabello no es de ese color —señaló.

El rostro de la niña cambió drásticamente ante las críticas.

—Es su forma de agradecer —intervino rápidamente Izuku—. Lo hiciste genial -sonrió.

Eri solo rio y se despidió de ambos dejándolos en un silencio incómodo.

El cenizo suspiró con pesar. Hasta ahí había llegado su extraña amistad. Ahora solo quería hacerse bolita en su cama y llorar hasta quedarse dormido. Todo iba a ser incómodo entre ellos, pero era lo mejor, tal vez así pueda disminuir ese sentimiento que tantos dolores de cabeza le había causado. Al fin y al cabo era lo que quería ¿no? Pues claro que no, él quería compensar todos esos años de sufrimiento brindándole todo el cariño que se podía permitir.

—Será mejor que me vaya —sonrió apenas, quería mostrarse bien-. Descansa.

Admiró su pecoso rostro una vez más para luego dirigirse a la puerta, sin embargo, antes de salir fue detenido.

Crisis Existencial • |DekuBaku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora