Cuando nací mi mundo se comparaba con un lago o estanque. En mi punto de vista era un mundo amplio, extenso, infinito. Pero evidentemente no era así, de lo único que acerté era que, ese estanque era un lugar calmado, sin otro problema más que el encontrar el como poder divertirme. Inevitablemente en forma de pescador y yo como, un pez curioso lleno de energía, el Tiempo me atrapo. Pero en vez de hacerme a la parilla me arrojo a un nuevo cuerpo de agua, esta vez a un extenso río. Ahora con el suficiente grado de conciencia, puedo describir mejor mi situación. Este río es complejo, a veces se pone muy turbio con corrientes peligrosas. Otras veces es lo contrario. En ciertos momentos vislumbro su fondo y en otros no soy capaz de ver mis pies. Floto sin poder moverme, solo puedo reflexionar. Se donde voy a terminar, el nombre de mi destino es el mar. No lo conozco a la perfección al igual que el río. Por eso le temo, lo adoro y lo acepto. Una vez llegado al mar surgen incógnitas, ¿Flotaré y nadaré por donde yo quiera? ¿Estaré obligado a seguir una corriente específica? Sin duda, aún queda mucho rio y habrá todavía mucho mar.
Escrito por : Acosta Luciano
