1.- Mirlos, Héroes y Asuntos Villanescos

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Joshua Lara Román tenía tres años cuando escuchó Blackbird de The Beatles por primera vez

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Joshua Lara Román tenía tres años cuando escuchó Blackbird de The Beatles por primera vez. Y amó la canción desde el primer instante, pese a que en ese momento ni siquiera alcanzaba a entender qué era un Beatles, o qué era el inglés. Así que su nana decidió ayudarlo a practicar cuanto pudiera.

Con cuatro años, Joshua se sabía la canción al derecho y al revés y adoraba cantarla, no importaba la pronunciación. Todos en ALIANZA habían escuchado al niño entonarla al menos una vez. Y se volvió una especie de ritual. Joshua arrinconaba a algún nuevo visitante de su padre y no lo dejaba ir hasta que oyera su "perfecta interpretación" y el significado detrás de las letras. Nadie se atrevía a decirle que no, después de todo, él era Joshua, el futuro heredero de la organización de villanos más poderosa del país.

Joshua aún no terminaba de hablar bien el español cuando ya cantaba en inglés.

Hizo que todos en ALIANZA hablaran de cómo Adam, el temido Mamba Negra, no podía ponerle límites a su único hijo, que se negaba a entrenar hasta que su instructor se aprendiera la canción y la cantara con él. Pero Adam lo dejaba pasar porque Joshua aún no tenía la edad suficiente para comenzar un entrenamiento riguroso.

Con seis años, esos privilegios se acabaron y dieron paso a largas tardes aprendiendo a controlar su cuerpo y a ser discreto. Se le dio bien desde el día uno y su padre no dudó en hacérselo saber, con la misma sonrisa de orgullo que le daba a su asistente cada que un plan de ataque a la ciudad era llevado a cabo con éxito. Sólo que Joshua aún no sabía sobre eso. Y los aliados de su padre no tardaron en felicitarlo también.

Con siete años, era tan sigiloso como guepardo y un genio con las estrellas ninja. Siempre daba a su objetivo. Objetivo que fichaba, objetivo al que le daba; incluso si este estaba en movimiento. Su instructor era vanidoso sobre el tema, y estaba muy aliviado de no haber tenido que aprenderse ninguna canción.

Pero todos estaban equivocados si creían que se había olvidado de Blackbird. A decir verdad, era la propia canción la que lo había ayudado a ser un excelente aprendiz con tan corta edad; siempre que parecía sin ánimos de levantarse temprano en una mañana de entrenamiento, su nana le preparaba su desayuno favorito y le prometía que le cantaría Blackbird antes de dormir. Así que Joshua pasaba el día entre tarareos. Si hacía bien los ejercicios, su entrenador lo dejaba irse temprano. A veces, su nana incluso le leía su libro preferido. No lo entendía del todo, pero amaba la forma en que ella interpretaba cada personaje.

—Miri, Miri —susurró Joshua al escabullirse en la habitación de su nana a mitad de la noche. Afuera llovía. Se subió a la cama y sacudió a la mujer—. Mira qué encontré.

—¿Joshy? —murmuró mientras se acomodaba para quedar sentada y mirar bien al niño. Encendió la luz de noche y tomó en manos el libro azul que Joshua llevaba—. ¿Qué es esto?

Melodía de Mil EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora