Inconcluso

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Acercándose con lentitud, sus manos cálidas acarician con suavidad las mejillas del príncipe, mientras sus ojos observan detenidamente sus labios.

Tweek siente como un rubor se extiende por su cuerpo, encendiendo sus mejillas con un tono carmesí.
Sus párpados se cierran con delicadeza, esperando ansiosamente el roce de los labios de Craig. Una mezcla de nerviosismo y emoción lo embarga, sin comprender la naturaleza de esta nueva y misteriosa sensación.

Respirando hondo, percibiendo la agitación del príncipe bajo su tacto.
Inclinándose lentamente, roza sus labios con los del príncipe, hasta unirlos en un pequeño y delicado beso.

En ese fugaz instante, el tiempo se congela para el príncipe. El mundo a su alrededor se desvanece, dejando solo la sensación de los labios tibios de Craig, sobre los suyos.
Un cosquilleo eléctrico recorre su estómago, una mezcla embriagadora de nerviosismo y emoción que lo invade por completo.

Sus labios se separan con lentitud. El príncipe, con las mejillas aún sonrojadas por el beso, abre los ojos lentamente, encontrándose con la mirada intensa del ladrón.

Craig no podía apartar la vista del rostro angelical de Tweek. Su piel, tan tersa como la seda más fina, parecía brillar con luz propia bajo la tenue luz del sol. Sus mechones dorados, enmarcaban un rostro de una belleza natural que lo cautivaba por completo.

Al darse cuenta de lo que estaba pensando, se apartó del príncipe.

Tweek tragó saliva, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza en su pecho. Sus mejillas se encendieron aún más al recordar el beso que acababan de compartir.

 El brujo, con una sonrisa pícara dibujada en sus labios, decidió dejarlos solos. No necesitaba ser testigo de lo que iba a suceder. Con paso tranquilo, se alejó del lugar, adentrándose en los alrededores del bosque.

TWEEK. – Es... es la primera vez que beso a alguien. – murmuró. – ¿Se supone que debe ser así? ... Mi corazón no para de latir como un loco.

FELDSPAR. – Al escuchar esas palabras, una punzada de burla recorrió su mente. No pudo evitar dejar escapar una sonrisa burlona.No – respondió con firmeza, su voz resonando con una mezcla de desafío y diversión – Eso ni siquiera se acerca a un beso.

Se inclinó hacia Tweek, acortando la distancia entre sus rostros. Sus ojos, normalmente fríos y distantes, se encendieron con una intensidad que dejó al príncipe sin aliento.

Un beso de verdad, pensó Craig, es algo que se siente hasta en los huesos. Con esa idea en mente, capturó los labios de Tweek en un beso apasionado, lo cual hizo que el cuerpo del príncipe se tensara por completo, pero aun así sus labios temblorosos respondieron al beso con torpeza.

Sus labios se movían con urgencia, explorando cada rincón de la boca de Tweek con una precisión que lo dejó atónito. El beso no era tierno ni dulce, sino feroz y posesivo. Era una declaración de deseo, una afirmación de dominio.

Un gemido ahogado escapó de sus labios cuando la lengua de Craig exploró su boca, enviando descargas de electricidad por su cuerpo.
A pesar de su timidez habitual, no pudo evitar responder al fuego que ardía en los labios de Craig. Sus cuerpos se presionaron con fuerza y sus manos se enredaron en el cabello del otro.

Finalmente, Craig se apartó, dejando a Tweek jadeando por aire.

Craig no pudo evitar sonreír. Eso, pensó, es un beso.

Tweek comprendió que algo en su interior había cambiado. El beso de Craig había detonado en él una explosión de sensaciones nuevas: una sensación de deseo, de querer sentir más placer.

El hechizo del Príncipe TweekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora