Capitulo I - Detesto esta noche, quiero respirar

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Los lejanos y agudos ladridos irrumpieron en la calma que dominaba aquella habitación, trayendo a su paso un quejido apesadumbrado de quién se movía perezosamente bajo las cobijas, deseoso de seguir atrapado en el mundo de los sueños

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Los lejanos y agudos ladridos irrumpieron en la calma que dominaba aquella habitación, trayendo a su paso un quejido apesadumbrado de quién se movía perezosamente bajo las cobijas, deseoso de seguir atrapado en el mundo de los sueños. Los sonoros ladridos se hicieron más cercanos y constantes, hasta que un pequeño can de color marrón acaramelado saltó sobre la cama y arremetió bajo las cobijas, llenando de lengüetazos al humano que se quejaba del cariño ansioso del pequeño can.

—Ya, ya, ya...ya me levanto... ya.

Pronto un pálido joven de despeinados cabellos azabaches emergió de las cobijas y aún con los ojos cerrados se quedó sentado en la cama, meditando tal vez el trauma de ser arrancado de los campos oníricos y despertar de forma abrupta en el mundo real. Pasó así algunos minutos, dormitando sentado, hasta que el esponjoso perro marrón volvió a saltar a la cama y comenzó a lamerle la cara.

—¡Holly! Ya, ya...basta...

Él tomó con delicadeza al can y lo cargó entre sus brazos, alejándolo de su rostro y abriendo por fin sus ojos somnolientos. Sus iris oscuros observaban al emocionado perro revolverse en sí mismo, intentando zafarse de los brazos del humano, mientras ladraba emocionado y movía su pequeña cola de bola esponjosa. El azabache soltó al can luego de un suspiro pesado y se puso de pie muy en contra de sus deseos de volver a entregarse a los brazos de Morfeo.

Con la misma parsimonia de su abrupto despertar, se encaminó fuera de su amplia habitación, siendo escoltado por la enérgica bola de pelos esponjosa que daba pequeños saltos de felicidad y devolvía sus pasos cuando se adelantaba al humano, casi insistiéndole en apurar el paso.

—Uh...—se quejó el joven mientras se restregaba los ojos antes de bajar las escaleras y daba un corto vistazo al silencioso piso inferior.

Un par de ladridos más fuertes lo sacaron de su letargo y comenzó a bajar las escaleras, mientras veía como aquella bola de pelos bajaba a toda velocidad y lo esperaba abajo moviendo su cola.

Luego de un bostezo, el chico se encaminó hacia la cocina que yacía justo a su lado derecho, en donde reinaba una amplia puerta corrediza de vidrio por el que entraba la luz natural y justo a un lado, donde había pared, una pequeña puerta para perros parecía estar bloqueada hacia afuera.

—Uh... así que por esto me despertaste... no podías salir sólo—su voz ronca y grave, salió casi obligada de su garganta, mientras él abría la puerta corrediza y veía como el pequeño can corría feliz hacia allí afuera para hacer sus urgentes necesidades biológicas.

Luego de volver a restregarse los ojos, aquel chico se quedó mirando el cielo diurno desde el umbral de la puerta corrediza, aún sin estar tan despierto como debería. Desde allí se quedó viendo a su pequeño perro Holly husmear las plantas de aquel patio de paredes altas, esas que le otorgaban la privacidad que tanto cuidaba. Salió y tomó de la mesa del jardín el libro que había dejado allí hace algunos días y dio una leve mirada al jardín vertical que acompañaba la pared contigua a su sitio usual de lecturas, notando que sus plantas pronto necesitarían un poco de atención.

SAVE ME [YoonMin - BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora