Esta es la historia de Margarita Escalante, una madura, elegante y poderosa empresaria, experta en el juego de las apariencias. Quién tenía la fuerte convicción de que su vida ya estaba hecha, hasta que conoce a Adriano Conti; un joven empleado de b...
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Capítulo 38
Revelaciones
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Viernes en la noche.
Mansión Escalante
Margarita, llega agotada a la casa. Sesienta en el sofá de la sala y se pierde recordando la discusión con su marido... El sonido de una notificación, la desliga de sus pensamientos.
Verifica el celular, es Adriano:
—Mi amor, cuando puedas comunícate.
Ella toma fuerzas,se coloca de pie y se encierra en el cuarto de huéspedes. Camina de un lado para otro esperando a que conteste.
Adriano, le responde angustiado:
—Mi vida, ¿Cómo estás?
Margarita, le cuestiona resentida:
—¿Por qué lo hiciste? ¿Cómo se te ocurre pelearte con Rogelio?
Adriano, se defiende:
—Es que no me pude contener... Cuando lo escuché gritándote y después burlándose, diciendo toda esa basura.
Margarita— ¿Y tú crees que yo no tengo que lidiar con eso todos los días? Adriano, de verdad... Yo te agradezco que me hayas defendido, pero de ahí a insinuarle que quieres algo conmigo. ¿En que estabas pensando?
Adriano— Perdóname.
Margarita— Tu no tienes idea, de lo que acabas de causar con todo esto. Ahora más que nunca, debemos tener mucho cuidado. Sobre todo, tú.
Adriano, lo intuye:
—¿Eso te dijo? Porque si es así... Le puedes decir que se ahorre sus amenazas, que yo no le tengo miedo.
Margarita— Adriano, esto es más serio de lo que tú crees. Quiero que te cuides y dejes de caer en sus provocaciones.
Él, deja escapar un suspiro:
—Está bien... Lo voy a intentar.
Margarita— ¿Lo vas a intentar? —Ante su silencio, se da por vencida; Le cuestiona preocupada—. Dime, ¿Todavía estás en el hospital?
Adriano— No. Ya estoy en mi casa.
Margarita— Que bueno... ¿Y Kira? ¿Cómo sigue?
Adriano— Cuando me fui, todavía tenía la presión descontrolada. La iban a subir a cuarto para tenerla bajo observación.
Margarita— Dios mío... —Se visualiza en esa situación.
Adriano— Y Leo, estaba tan preocupado... Nunca lo había visto así. Cada vez me convenzo más, de que la vida sabe a quién le da cada cosa. No creo que yo hubiese podido.
