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EL CASTIGO DE LA NIÑERA: TOJI FUSHIGURO
cuando intentas robarle a Toji para terminar siendo jodida por él.
ADVERTENCIA DE CONTENIDO: ¡obscenidad! toji, sexo duro, nalgadas.
P.D. Esto es del punto de vista de Toji.
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Desde que mi matrimonio se vino abajo y la perra de mi ex esposa (imagina que no es la madre de Megumi) me dejó por un entrenador personal guapo, he estado un poco de mal genio. Verás, habíamos construido un hogar juntos y criamos a un hermoso hijo, Megumi, a quien amo más que a nada en el mundo. Teníamos una casa preciosa en las afueras, con piscina y un gran jardín con un parque infantil para que Megumi se entretuviera. No podría haber pedido un mejor hogar para formar una familia. así que cuando la puta antes mencionada decidió destruir a nuestra familia, mi ánimo se desplomó y comencé a arremeter contra todos los que me rodeaban. mi secretaria en la oficina fue la primera en sentir mi ira, ya que la culpaba por cada pequeño detalle que salía mal, fuera culpa suya o no. Sin embargo, ella fue indulgente e ignoró mi temperamento furioso.
Luego, comencé a gritarle a la gente mientras conducía, frecuentemente maldiciendo a otros conductores y desviándome erráticamente para poder hacerles gestos obscenos con las manos. Debo añadir que nunca arremetí contra mi hijo. no, el fue lo único que me dio alegría en esos tiempos oscuros. Unos meses después del proceso de divorcio, la ridícula relación de mi esposa con su nuevo novio implosionó y ella regresó arrastrándose. Yo no quería saber nada de eso y me aseguré de que ella se mantuviera alejada.
Por supuesto, con la perra fuera de escena necesitaba ayuda para cuidar de Megumi cada vez que trabajaba hasta tarde o tenía que asistir a reuniones los fines de semana. Por suerte, logré encontrar una niñera perfecta cuya situación se adaptaba a todas mis necesidades. Ella estaba libre para trabajar prácticamente todas las noches y podía recoger a Megumi de la escuela, llevarlo a casa, alimentarlo y acostarlo incluso antes de que yo regresara. Era un acuerdo ideal, no sólo por su aparentemente constante disponibilidad, sino porque estaba absolutamente ardiente. Cuando la entrevisté para el puesto, tuve que seguir apartando los ojos de su pecho. Sus pechos jugosos y redondos estaban presionados contra la tela de su camisa, y estoy bastante seguro de que no llevaba sostén, ya que pude ver dos protuberancias prominentes a la altura de los pezones.
