𝐏𝐑𝐎́𝐋𝐎𝐆𝐎.

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Seattle, Washington

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Seattle, Washington.  U.S.A...

   Jay, era solo un niño de cuatro años cuando tuvo esa noticia, esa gran noticia que cambiaría toda su vida en un solo instante...                   

   Sus padres habían llamado repentinamente su atención cuando interrumpieron su tiempo de dibujos animados en la sala para ir con ellos. Sus piecitos, chiquititos como los de un niño, corrieron de manera torpe hacia el sofá en el que estos dos se encontraban sentados uno al lado del otro. Sonrientes, felices, como una familia dulce y hogareña...
   Ellos eran —a simple vista— una pareja hermosa y versátil. Oliver Park, un estadounidense con ascendencia coreana, deportista y un hombre bien formado físicamente. Junto en matrimonio con Kang Yoonah, una coreana con un trabajo relacionado a su amor hacia la gastronomía quien lucía una figura pequeña y delicada, para nada atlética. Por otro lado, Jay Park, su hijito, había heredado los ojos de su madre y la sonrisa de su padre, era una divina mezcla de ambos, era una muestra de aquél llamado «Amor incondicional» que la pareja tenía...    

   —Jay... —llamó la mujer con sus comisuras elevadas, para luego dejar hablar a su esposo.
   —Hijo, ven... Mamá va a tener otro bebé... Tendrás un hermanito. —sonrió su padre con emoción, tocando la barriga todavía delgada de su esposa.

   Al niño le tomó unos segundos procesar aquella información, hasta que, de un momento a otro, poco a poco sus pupilas comenzaron a agrandarse y sus ojos a brillar. Una gran sonrisa adornó su rostro.

   —¡¿Un hermanito?!

   Y con ese grito de emoción por parte del niño, la velada familiar siguió de manera completamente encantadora. Su madre, una buena cheff, preparó su plato favorito con su ayuda y los tres tomaron helado como postre viendo un partido de baseball en la sala. El corazoncito de Jay nunca antes había estado tan pero tan feliz como en ese momento. Su familia nunca había estado tan unida, y de alguna manera, tan pequeño, inocente e inexperto, esperaba que su futuro hermanito solo llevara luz a su vínculo familiar. Confiaba en él, aunque todavía estaba en la delgada —por ahora— barriga de su madre y tenía tan solo 4 semanas de gestación, Jay confiaba en que él iba a alegrar sus días con solo su dulce presencia...

   Así, alegre y emocionado, Jay fue a dormir. Siendo arropado por su mami y recibiendo sus tres besitos, porque con un solo beso de «buenas noches» a él no le bastaba. Su madre lo malcrió, haciéndolo irresistible a los dos besos en su mejilla y al único en su frente. Cada vez que ella olvidaba uno, recibía quejas y pucheros por parte de este.
   Siempre era ella quien lo despedía por las noches, al igual que siempre era ella quien lo recibía por las mañanas desde que era bebé, con un «Buenos días» chillón y extendido, como dirigido hacia un cachorrito.

   El día posterior a la gran noticia no fue la excepción. Las luces se prendieron, las cortinas se abrieron y la dulce voz de su madre se volvió aguda, recibiendo a Jay en su vida un día más...

   La noche anterior había parecido un carrusel para Jay: Jay amaba los carruseles. Dar vueltas encima de caballos y unicornios estáticos mientras oye la dulce melodía del ambiente, y sonríe cada vez que se cruzan sus miradas con las de la pareja joven que eran sus padres, observándolo con ternura en la cercanía. Definitivamente, el carrusel era su atracción favorita de niño. 
   La noche anterior, había sido simplemente perfecta. Y ser despertado en la mañana por su madre, de aquella manera tan estrictamente igual a las anteriores como si se tratara de una tradición, hizo su corazoncito de nene bombear con emoción.

   Pero, oh, el día recién iniciaba. Y Jay ya desbordaba emoción...

   —¡Liam, Isaac! —llamó sonriente, viendo al chico rubio que reconocía como Liam y al morocho que era primo de este, llamado Isaac.

   —¡Jay, llegaste!

   El niño recién llegado a la sala del jardín de infantes ignoró completamente las palabras del morocho, también pasó de alto el animado saludo de la niña más linda para sus ojos en ese instante. Solo podía rebasar de emoción, no tomarle importancia a los demás con tal de expresar su alegría.

   —¡Chicos, voy a tener un hermanito!

   —¡¿Hermanito?! ¿Cuándo habrá una niña para que me haga compañía a mí? —Los tres niños voltearon al oír la chillona queja de la única nena en su grupo: Jess, una hermosa pelirroja con pecas adornando su rostro pálido.

   Jay agrandó su sonrisa al verla. Todos sabían que para Jay, Jess era la niña máaaaas hermosa, y si su sonrisa ya era enorme con la gran noticia que le llevó a sus amigos, ver a primera hora de la mañana a la linda niña hizo que sus comisuras exploten con éxtasis de emoción. Sus ojitos brillaron haciendo contacto visual con ella.

   —¡Jess! Papá dice que será niño, y que será también fanático de los Mariners como nosotros dos.

   —¡Que bien! ¡Iremos a los partidos juntos! —festejó el rubio dando tiernos brincos. Liam y Jay compartían su amor por el baseball, eso era obvio.

   Pero por otro lado, Isaac era algo diferente.
   —¡Yo lo haré fanático de los Lakers!

   Y aunque el morocho de ojos lapislázuli dijo aquello con suma emoción y ansias, el futuro hermano mayor formó una mueca en su rostro.
   —¡No le gustará el basketball, le gustará el baseball! —contraatacó a su amigo.

   Isaac rápidamente sacó su lengua con desagrado en un berrinche hacia Jay. Quien frunció su ceño completamente ofendido y copió su actitud inmadura, pues claro, todos allí rondaban entre los 4 y 5 años. Jess de igual manera puso un rostro de desagrado, pero por ellos, llevando su mirada hacia Liam con tal de buscar ayuda para salvarla de alguna manera de aquella ridícula situación entre los otros dos infantes, pero solo lo encontró metiendo uno de sus dedos en su oreja. Su expresión empeoró.

   —Niños...

   Jess solo se fue con sus amigas niñas cuando Jay y Isaac siguieron con su discusión infantil...

   Todo el día siguió similar. La sonrisa grande y alegre no se desvanecía del rostro de Jay.

   Él sabía que su hermanito iba a traer más y más felicidad a su familia. Él sabía que su hermanito iba a estar con él, iban a reír, a jugar, a correr juntos. Pero... Jay no sabía que estaba errado con todo lo que creía saber en absoluto... Completamente errado...

𝐂𝐇𝐈𝐋𝐃𝐑𝐄𝐍'𝐒 𝐋𝐎𝐕𝐄 ━ park sunghoon ( EXTENDED VER. )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora