Las primeras palabras de Pur - Kye x Lay

254 21 0
                                    

Lay, un joven padre dedicado, se había tomado unas vacaciones del trabajo para pasar tiempo de calidad con su bebé, Pur. Kye, su esposo, trabajaba en una oficina en el centro de la ciudad y solo volvía a casa por la noche, dejando a Lay y Pur solos durante el día.

Era una mañana soleada cuando Lay se despertó al suave sonido de los balbuceos de Pur en la cuna. Se levantó lentamente, aún con una sonrisa soñolienta, y fue a coger al pequeño en brazos. Con un cambio de pañales y un biberón preparado, se sentó en la mecedora y empezó a alimentar a Pur, sintiendo una inmensa paz mientras miraba a los brillantes ojos del bebé.

Después del desayuno, Lay decidió que un paseo en el parque sería perfecto para aprovechar el hermoso día. Vistió a Pur con un mono azul adorable, lo colocó en el cochecito y salió a caminar entre los árboles y flores. Se sentaron a la sombra de un gran árbol, donde Lay contó cuentos infantiles mientras Pur observaba atentamente a los pájaros que volaban por allí.

Cuando el sol comenzó a hacerse más fuerte, Lay regresó a casa. De vuelta en la comodidad del hogar, colocó a Pur en la alfombra de la sala, rodeado de juguetes coloridos. Lay aprovechó para organizar la casa, pero siempre con un ojo atento al pequeño. Reían y jugaban juntos, y Lay se sentía más feliz y completo de lo que jamás había imaginado ser posible.

A la hora del almuerzo, Lay preparó una comida simple pero nutritiva para ambos. Mientras Pur dormía una siesta, Lay aprovechó para leer un libro que tenía olvidado en la estantería, siempre manteniendo al bebé bajo su vigilancia amorosa. Cada siesta de Pur era un momento de tranquilidad para Lay, pero también ansiaba los momentos en que el bebé despertaba, listo para nuevos juegos y descubrimientos.

El día pasó rápidamente, lleno de risas, cariño y pequeñas aventuras. Cuando el sol comenzó a ponerse, Lay preparó un baño tibio para Pur, seguido de un masaje relajante que hacía que el bebé riera con gusto. Poco después, Kye llegó del trabajo, exhausto pero feliz de ver a Lay y Pur juntos, compartiendo momentos de pura felicidad.

Lay entregó a Pur en los brazos de Kye, quien lo acogió con todo el amor de un padre ansioso. Juntos, acostaron a Pur, y luego compartieron las historias del día. Kye escuchó con atención mientras Lay hablaba sobre los pequeños logros de Pur, las sonrisas, las risas y los momentos tranquilos en el parque.

La noche cayó, y mientras Pur dormía profundamente en la cuna, Lay y Kye se acostaron lado a lado, agradecidos por ese tiempo precioso en familia. Las vacaciones de Lay estaban siendo todo lo que había esperado y más. Sabía que esos días quedarían grabados para siempre en su memoria, como uno de los momentos más dulces y significativos de su vida.

Esa noche, después de acostar a Pur, Lay y Kye se acostaron en la cama, disfrutando de la tranquilidad de la casa. Sin embargo, alrededor de las dos de la mañana, el silencio se rompió con el llanto angustiado de Pur. Lay se despertó inmediatamente, mientras Kye aún dormía, exhausto del largo día de trabajo.

Lay se levantó con cuidado, tratando de no despertar a Kye. Fue hasta la cuna y encontró a Pur llorando y retorciéndose de incomodidad. Rápidamente, se dio cuenta de que el bebé tenía cólicos. Con la experiencia adquirida en los últimos meses, Lay sabía que algunas medidas podrían ayudar a aliviar el dolor del pequeño.

Cogió a Pur en brazos y comenzó a caminar por la casa, balanceándolo suavemente para calmarlo. Al mismo tiempo, le hizo un masaje delicado en la barriguita, movimientos circulares que ayudaban a liberar los gases atrapados. Incluso con toda la paciencia y cariño, Pur aún lloriqueaba, y Lay sentía su corazón apretarse al ver al bebé sufrir.

Recordando los consejos que había leído, Lay decidió preparar una bolsa de agua tibia. La colocó suavemente sobre la barriguita de Pur, mientras continuaba balanceándolo y susurrándole palabras reconfortantes. Lentamente, el llanto comenzó a disminuir, pero Lay sabía que los cólicos podían volver.

Durante lo que quedó de la noche, Lay se mantuvo despierto, siempre atento a las necesidades de Pur. Se aseguró de que Kye no fuera molestado, ya que sabía cuánto necesitaba descansar para el trabajo al día siguiente. Lay se dedicó totalmente al confort de Pur, caminando por la casa y cantando suavemente canciones de cuna.

Finalmente, alrededor de las cinco de la mañana, Pur se durmió de nuevo, exhausto pero aliviado del dolor. Lay lo colocó cuidadosamente de nuevo en la cuna y se permitió acostarse junto a Kye por unos momentos más, sintiéndose exhausto, pero también satisfecho por haber logrado calmar a su bebé.

Cuando el despertador de Kye sonó, él se despertó y encontró a Lay ya de pie, preparando café. Kye miró el rostro cansado de Lay y le preguntó preocupado:

- ¿Estás bien? Pareces exhausto.

Lay sonrió, una sonrisa serena de un padre dedicado.

- Pur tuvo cólicos, pero ya está bien. Finalmente logró dormir.

Kye se acercó y le dio un abrazo cariñoso a Lay.

- Gracias por cuidar de él. Me apresuraré en el trabajo hoy para volver más temprano y ayudarte.

Lay asintió, agradecido por el apoyo de Kye. Sabía que no estaba solo en ese viaje, y eso marcaba toda la diferencia.

Ese día comenzó con un cansancio diferente para Lay, pero también con la certeza de que estaba haciendo lo mejor para su hijo. Sabía que los desafíos vendrían, pero el amor por Pur y el apoyo de Kye hacían que cada sacrificio valiera la pena. Y así, un nuevo día comenzó en la vida de aquella familia, llena de amor y dedicación.

Ese mismo día, después de una noche difícil, Lay se sentía cansado, pero decidido a proporcionar un día tranquilo y alegre para Pur. Kye había salido temprano para el trabajo, prometiendo regresar lo más rápido posible para ayudar. Lay preparó el desayuno y, a pesar del cansancio, estaba animado para pasar otro día con su bebé.

Mientras Lay alimentaba a Pur con una cucharada de papilla, el pequeño lo miró con sus grandes ojos curiosos y, de repente, balbuceó:

- Mamá.

Lay se detuvo por un momento, incrédulo. Su corazón se aceleró al darse cuenta de lo que acababa de oír. Pur repitió, con una sonrisa en el rostro:

- Mamá.

Las lágrimas comenzaron a correr por el rostro de Lay. Se sintió abrumado por una ola de emociones intensas: alegría, orgullo y un amor inmenso por ese pequeño ser que estaba creciendo ante sus ojos. Pur, aún sin comprender completamente la magnitud de sus palabras, sonrió al ver la reacción de su padre.

Lay sostuvo delicadamente la manita de Pur y dijo, con la voz entrecortada:

- Dijiste "mamá", mi amor. ¡Eres increíble!

Lo tomó en brazos y lo abrazó con cariño, sintiéndose inmensamente agradecido por estar presente en ese momento tan especial. La extenuación de la noche anterior parecía insignificante comparada con la felicidad que inundaba su corazón.

Más tarde, cuando Kye regresó del trabajo, Lay no podía esperar para compartir la noticia. Tan pronto como Kye entró por la puerta, Lay corrió hacia él con Pur en brazos.

- ¡Kye, no vas a creer lo que pasó hoy!

Kye, viendo la emoción en los ojos de Lay, se mostró curioso y ansioso por saber.

- ¿Qué pasó? ¡Cuéntamelo ya!

Lay, con una sonrisa radiante, respondió:

- ¡Pur dijo "mamá" por primera vez! ¡Me llamó mamá!

Kye se emocionó visiblemente y tomó a Pur en brazos, abrazándolo a él y a Lay al mismo tiempo.

- ¡Es increíble! ¡Nuestro pequeño está creciendo tan rápido!

Esa noche, mientras acostaban a Pur, Lay y Kye recordaron el momento varias veces, encantados con el progreso de su hijo. Acostados en la cama, hablaron sobre cuánto amaban a Pur y cómo estaban ansiosos por los próximos hitos en la vida del bebé.

Lay se quedó dormido con una sonrisa en el rostro, aún conmovido por las primeras palabras de Pur. Sabía que ser llamado "mamá" por su hijo era un signo del vínculo especial que compartían. Y, sobre todo, se sintió agradecido por cada momento, cada desafío y cada alegría que venían con la paternidad.

One-Shots YeosMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora