—Vamos a descubrir vuestras verdades más ocultas —dijo Jan antes de reír con maldad, y empecé a tener miedo.
—Y las tuyas —le recordé, y dejó de reírse de golpe.
Tenía que ir con cuidado. Ya empezaba a notarme más desinhibida con el alcohol, y no quería dar más información de la necesaria.
—¡Nora! —gritó Jan—. ¿Verdad o reto?
Solté un suspiro. Pues claro que iba a ir a por mí primero.
—Pues mira, empezaré con un reto.
Todos gritaron, animados, y Albert nos tuvo que recordar que los vecinos eran muy aficionados a quejarse.
—¡Besa a...! —empezó Abril, pero Jan la interrumpió.
—¡Nada de eso! —exclamó—. El reto lo pongo yo. ¡Tienes que volver a vivir al pueblo!
—Oye, son retos que se tienen que hacer ahora, no funciona así. —Reí.
—Pues... no sé —murmuró—. Me he quedado sin ideas. Ah, sí, ¡enséñanos algún talento oculto tuyo!
Me paré a pensar unos segundos mientras todos me miraban con expectación. Hice lo primero que se me ocurrió, que fue tocarme la punta de la nariz con la lengua, algo que había aprendido a hacer varios veranos atrás.
—¡No veas lo que hace esa lengua! —gritó Carlota, aplaudiendo, y los demás se le unieron.
—Gracias, gracias. —Hice una reverencia de agradecimiento—. Ahora me toca a mí, ¿no?
—En teoría sí —contestó Carlota.
—Paula —dije—. ¿Verdad o reto?
Eligió reto, claro está, y tuvo que comerse medio limón, porque no se me ocurrió nada mejor.
—Pol —lo llamó Paula, y me arrepentí de no haberle puesto un reto peor, más asqueroso. Él la miró con una sonrisa divertida—. ¿Verdad o reto?
—Verdad —contestó, y empecé a rezar mentalmente.
—¿Te follarías a alguien de esta habitación? —Oh, no. No, no, no.
—Sí —respondió con tranquilidad.
Hubo otro grito colectivo.
—¿A quién? —inquirió Paula, sonriendo con maldad.
—Eso son dos preguntas —apuntó él, y Paula soltó un gruñido de frustración—. Ahora me toca a mí. Mariona, ¿verdad o reto?
—Verdad —eligió, y yo creo que lo hizo porque ya iba bastante bebida, porque tenía todas las de perder.
—¿Estás enamorada de alguien?
Ella se quedó callada un buen rato antes de contestar.
—Cambio a reto.
—¡Cobardeeeee! —gritó Samu.
Le hicieron gritar obscenidades por el balcón, y casi se muere de la vergüenza, pero se lo merecía.
—Pol —dijo Mariona cuando se le bajó el sonrojo—. ¿Verdad o reto?
Oh, no. Eso olía a venganza.
—Verdad —repitió, y quise morirme, porque sabía que Mariona iría a provocar.
—¿Cuándo fue la última vez que follaste?
Mierda.
Pol se paró a pensar unos segundos.
—Pues hará una o dos semanas.
—¡Ahora entiendo lo de los arañazos! —exclamó Jan—. ¿Con quién fue?
—Eso son dos preguntas —volvió a decir, con una sonrisa de suficiencia.
Yo estaba ya al borde del infarto.
—Nora —me llamó Pol—. ¿Verdad o reto?
Respiré hondo.
—Verdad —dije, porque dudaba que fuera a preguntarme algo muy explícito... o eso esperaba. Además, tenía curiosidad por descubrir qué quería saber de mí.
—¿Alguna vez has estado enamorada?
Tragué saliva.
—Sí.
—¿De mí, verdad? —preguntó Carlota, llevándose una mano al pecho—. Lo sabía.
—Pero si nunca has tenido novio, ¿no? —inquirió Jan.
—No —respondí, aunque podría haberme aferrado al "eso son dos preguntas" de Pol.
—Y, ¿de quién te enamoraste?
—Cotilla —le reproché—. Ya me has hecho una pregunta de más.
Decidí parar el ciclo de las venganzas y los interrogatorios preguntándole a Samu si prefería a Lenin o al Che Guevara, y casi le explota la cabeza.
Durante la siguiente hora descubrimos que Albert había tenido cinco novias —algo un poco loco si tenemos en cuenta que tenía veintidós años—, que Jan no sabía hacer twerk, que Abril había ganado tres concursos de poesía en el instituto, y que Pol se había acostado con seis personas, cosa que me quemó un poco, pero me lo aguanté porque era una molestia irracional.
Eran pasadas las doce cuando decidimos salir del piso, y fuimos a la misma discoteca a la que habíamos ido la última vez que habíamos estado en Girona.
—¡Cómo me gustan los pueblos! —comentó Paula, fascinada, cuando entramos en la discoteca, que no era ni la mitad de grande que las de Madrid.
—Girona es una ciudad —apunté.
—Ah, ¿sí?
—Tiene más de cien mil habitantes —dijo Mariona.
—Yo creo que en mi barrio vive más gente —murmuró Carlota.
La noche fue bien. Para variar, Pol y yo no tuvimos ni un segundo para poder estar a solas, pero esa noche la quería disfrutar con mis amigas, que se iban al día siguiente, así que tampoco me preocupó demasiado.
Cuando quedaba poco para que nos fuéramos, por eso, no pude evitar quedarme mirando a Pol un buen rato. No nos quedaba ni un mes juntos, y no sabía cómo iría la separación esta vez.
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Hooooola, I'm back! Siento haber desaparecido la última semana, estoy trabajando en varios proyectos, uno de ellos lo anunciaré el mes que viene y espero que os haga tanta ilusión como a mí porque a mí me hace muchaaa jejejejejej
Os quiere,
Claire
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Hasta que acabe el verano
RomanceLa vida de Nora en Madrid es fácil y tranquila: tiene buenos amigos, una madre con la que se lleva más o menos bien, y una carrera prometedora. Un verano, la noticia de que su padre va a casarse la arrastra de vuelta al pueblo en el que vivió sus pr...