Llovía, llovía tan fuerte que el viento soplaba con violencia haciendo que los vidrios de la habitación temblaran por cada ráfaga descargada.
El pecho de Lando subía y bajaba, controlando su respiración pero sobre todo sus sentimientos que lo golpeaban en cada segundo, en como se hacía un torbellino de emociones conjuntas que no creía poder abordar todo en ese momento, se sentía tonto y eso quiso hacerlo reír, él no era tonto. Jamas. Se había mentalizado, se había idealizado él mismo para siempre ser el mejor y en su mente era el mejor, eso le conformaba saber que su ego en ese entonces estaba intacto, porque también él lo miraba como el mejor.
Pero ahora él ni siquiera lo miraba.
Él inglés miró por la habitación para detectar un movimiento sutil desde el sofá, era una distancia prudente de la cama al sofá pero podía ver como también él se debatía, lo conocía tan bien que ya no podía engañarlo porque conocía cada facción de su rostro, cada postura, cada movimiento. Conocía todo de él desde su alma hasta su anatomía.
Llevaban saliendo tres años aún cuando Lando era un mocoso según Sergio, eran los mismos que Sergio estaba llevando en RBR. Para Sergio aquello había sido una nueva etapa en su vida, estar en una nueva escudería y también tener una relación con aquel chico que tanto le insistió, tanto le rogó por una cita y que al final su carisma lo había encantado, algo en Lando había hecho que Sergio se quedara prendido desde la primera cita pero era algo que Lando no tendría que saber por el momento.
Habría sido una relación hermosa, pero solo era eso, un triste "habría."
El primer año fue bueno, siendo muy privados con su relación haciendo que pocas personas supieran que salían, que eran algo más que amigos, eran esos pequeños detalles de Lando en correr hacia el garage de Sergio para abrazarlo después de una carrera, eran momentos de compartir las horas largas del avión, era Lando rogándole a su equipo por quedarse en el hotel de Checo, eran noches del menor fascinado por el cuero de Sergio, contando peca por peca con sus dulces labios.
Y quizás esos pequeños detalles habían hecho que Sergio se enamorara completamente, esa ternura con la que Lando lo miraba, lo miraba como nadie lo había hecho, con esa intensidad descomunal que lo abrumaba....Era como si Lando estuviera dispuesto a recibir una bala por él.
Pero los otros dos años había sido...Mierda.
Lando le anuncio que la relación debía ser más privada por cosas de relaciones públicas y quiso creer que en ese entonces fue sincero porque él inglés parecía más miserable en saber que tenía que mantener la relación en secreto con la persona que más amaba, porque él quería gritar a los cuatro vientos su amor incondicional y devoto hacia Sergio, que supieran que él era el afortunado en poder tenerlo. Pero las cosas habían dado un giro cuando le pidieron salir con chicas por marketing, por estrategia de las empresas para darle relevancia a las dos partes y aunque Lando no necesitaba aquellos contratos fue que terminó aceptándolos.
El primer engaño llegó, después el segundo, cada contrato que Lando tenía con cada chica era sinónimo de dormir con ellas. Y como llegaron los engaños fueron llegando las peleas, fueron llegando las rupturas. Las peleas eran tóxicas, era gritar por dos horas seguidas, de golpearse, de aventarse cosas y al final terminar en la cama para al otro día decirle en una dulce promesa que ya no haría lo mismo, que el único al que Lando amaba era a Sergio.
Sergio cree que quizás solo se engañaba a él mismo creyéndole a Lando.
Por el otro lado Lando estaba cegado con la grandeza, había creado un egocentrismo el mismo y encontró consuelo, apoyo en todas las personas con las que se metía en la cama. Todos querían estar con el grandiosos Lando Norris, eran esos momentos donde veía a las chicas gemir su nombre que se decía que no era de nadie, a veces quizás era de Sergio pero a veces era del viento. Era un alma libre, era alguien que no merecía estar atada...Pero odiaba pensar en dejar ir a Sergio.
