Entre la luz tenue y notas de jazz, en el tan conocido bar "Sweet night" , Lee Ji-Eun encontró su corazón atrapado en las garras de un amor ardiente y sexual como toxico y destructivo.
Es él, Kim Taehyung, con su sonrisa encantadora y sus promesas...
La vida había sido dura. Fueron meses difíciles luchando por aquella beca que aseguraría mi matrícula en la universidad. Dormía poco más de tres horas al día y tenía que estudiar intensamente para mantener mis calificaciones. Pero un día, mamá enfermó.
No culpo a mamá por la vida que nos tocó llevar. Ella siempre fue una gran mujer que luchó para que nunca me faltara nada. Sin embargo, su ausencia era dolorosa para una niña que siempre necesitó un abrazo de su madre, una caricia antes de dormir, un "te amo" y un "buenos días" antes de ir a la escuela.
Fue duro para ella. Luchó para darme lo mejor que pudo al criarme sola tras la muerte de mi padre cuando yo apenas era un bebé. Eun fue una mujer fuerte que combatió su depresión mientras se esforzaba por poner un plato de comida en la mesa. Me vistió y calzó, y siempre me dio un regalo en cada cumpleaños y cada Navidad.
Ojalá se hubiera quedado más tiempo a mi lado. Ojalá hubiera visto cómo su hija triunfaba. El maldito cáncer la invadió tres años atrás, pero como siempre, Eun era fuerte como un roble y no se doblegó. Venció una batalla; sus quimioterapias la ayudaron a salir adelante. Pero, meses después, ese maldito mal volvió a ella, más fuerte, más imparable, más mortal.
Mi vida se detuvo. Mis estudios pararon. Tuve que dedicarme a cualquier cosa que pudiera pagar un tratamiento para Eun. Hipotequé la casa, lo único que tenía de mi padre. Sé que a mamá le dolió, pero le juré por su vida y el amor que le tengo que no la perderíamos. Ella lo creyó.
Yo le fallé.
Aquella tarde de lluvia, cuando mi madre partió, le juré sobre su pecho que recuperaría su casa, mis estudios y mi vida. Pero no era ni la mitad de posible, no con todas esas deudas y esa presión.
"Ji-eun, deberías intentarlo. Eres hermosa y tienes buen cuerpo. Solo un tiempo mientras recuperas la casa."
Recuerdo el consejo de mi amiga. Fue sin mala intención, pero no debí escucharla. Si hubiera dejado esa idea atrás, si hubiera soltado todo mi pasado, quizá hoy tendría un futuro.
Era de noche. El frío se colaba por cada rincón de mi piel. Temblé de miedo y anticipación al entrar a aquel bar, lleno de humo y luces de neón. Sabía que era una mala idea; mi cuerpo me alertaba de todas las formas posibles que estaba en un peligro latente. Pero... ¿Por qué?
Caminé para adentrarme y traté de acomodar mi vestido. Tropecé torpemente con un hombre de piel canela y mirada desinteresada. Alto y delgado, su cabello caía un poco sobre su rostro y una hermosa sonrisa, una sonrisa que haría detener mi mundo.
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—¿Qué haces aquí? —preguntó fríamente. —No le vendo drogas a las niñas, pero puedo darte una increíble follada, si es lo que buscas.
Instintivamente, retrocedí unos pasos. Sabía que aquel lugar tenía una reputación dudosa, pero jamás imaginé cómo el miedo podría paralizarme.
