Minho un hombre, guapo y millonario, estaba cansado ya que había tenido un día largo en la oficina.
Caminaba por el parque que estaba camino a casa, disfrutando del aire fresco de la tarde, que golpeaba su rostro con suavidad, cuando un suave aroma a jazmín lo detuvo en seco.
Miró a su alrededor, buscando la fuente de aquel aroma embriagador. Y entonces lo vio. Un hermoso hombre de cabellos castaños, con una cálida sonrisa, estaba sentado en un banco, leyendo un libro llamado "luna del inframundo". El aroma a jazmín provenía claramente de el.
Minho sintió una extraña mezcla de nerviosismo y curiosidad. No solía ser alguien que se acercara a desconocidos, pero algo en el lo atraía irremediablemente. Reuniendo coraje y decidió acercarse.
-Perdona, pero no pude evitar notar tu aroma a Jazmín. Es... maravilloso- dijo Minho, con una mezcla de timidez y sinceridad.
El levantó la vista del libro, sus ojos verdes brillaron con amabilidad e intensidad. Sonrió. -Gr- gracias, M-me llamo Ji-jisung, por cierto".
-Un placer conocerte, Jisung , soy Minho - respondió, sintiendo una conexión inmediata. - ¿Qué lees?- pregunta con curiosidad
-Es un libro de fantasía, se llama luna del inframundo, es una historia muy bonita e interesante me encanta, te la recomiendo.- dijo jisung, mostrando la portada. -¿Te gusta leer? - pregunta ahora el menor
-Sí, aunque últimamente no he tenido mucho tiempo - admitió, rascándose la nuca. -Pero siempre apreció una buena historia- añadió
Pasaron los siguientes minutos conversando sobre libros, películas y sus lugares favoritos en la ciudad. Minho se dio cuenta de que el tiempo volaba cuando estaba con el. Se sintió como si lo conociera desde siempre.
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El sol comenzaba a ponerse, bañando el parque en un cálido resplandor dorado. Minho sabía que tenía que regresar a casa, pero no quería que la conversación terminara.
-¿Te gustaría tomar un café algún día?- preguntó, esperando no sonar demasiado precipitado.
-Me encantaría. Aquí tienes mi número - dijo jisung entusiasmado, anotando su número de teléfono en un trozo de papel y entregándoselo a Minho -Llámame cuando quieras - dice
Minho guardó el papel con cuidado en su bolsillo, sintiendo una extraña alegría. -Lo haré. Ha sido un placer conocerte, sung -
-Lo mismo digo, Minhonnie. Hasta pronto-, respondió el, con sus mejillas sonrojadas por el apodo que le dijo el chico, levantándose del banco y dándole una última sonrisa antes de alejarse.
Minho se quedó allí por un momento, respirando el aroma a jazmín que aún flotaba en el aire. Se sintió más ligero, más esperanzado. Caminó hacia su casa con una sonrisa en el rostro, sabiendo que ese encuentro inesperado podría ser el comienzo de algo maravilloso.