Arminiel Nundorial - Miedo a la Muerte

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Supervivencia – La Muerte


De entre todos los temores compartidos por los seres vivientes con conciencia, no hay otro más universal que el mismísimo miedo a la muerte. El fin de la vida representa aquello que todos más temen, y las Sombras se aprovecharán enormemente de este temor para ejercer su terrible influencia.


Muchos han sido los que vivieron en el pasado, y muchos serán los que vivirán en el futuro, pero todos ellos compartirán el mismo destino. El irrevocable paso del tiempo cuenta los segundos que quedan para que llegue el final. En los tiempos de la creación, el Señor de la Oscuridad consideraba la vida como un castigo, debido a que afirmaba que el sentido de la vida es la muerte, pues es irremediable. Sin embargo, todo lo corpóreo debía turnarse en incorpóreo, y ésto es algo que los sabios presentían, pero no podían comprobarlo hasta no haber cruzado el umbral.


A lo largo de los siglos, muchas serían las historias de personas afectadas por el miedo a la muerte, la tanatofobia. De entre todas ellas, es remarcable la historia de Arminiel Nundorial, una mujer nacida en la ciudad de Malcania. Tiempo atrás, éste lugar fue testigo de la brutalidad del Lugarteniente Sombrío, pues allí llevó a cabo su más terrible venganza, y durante siglos, la ciudad estuvo gobernada por una severísima dictadura. Esos eventos pertenecían al pasado, y ahora la ciudad estaba reconstruida y de vuelta a su esplendor, pero aquellos que aprendían sobre su historia no podían evitar un sentimiento de desolación al saber que caminaban por unas calles que antiguamente habían visto mucha crueldad.


Ya desde niña, Arminiel estaba interesada en la historia, y ansiaba conocer más acerca del mundo, y obtener sabiduría. Llegada su juventud, ya conocía incluso acerca de la Réplica del Perennsil, el árbol maravilloso que se encontraba en Perennia. Escuchó acerca de las Joyas Negras, perdidas en la inmensidad de las aguas para siempre, fabricadas en tiempos pasados para proteger el gran árbol. Había paz en el mundo, una paz no habían tenido desde que llegó el Lugarteniente. Pero el ambiente no se sentía igual, y el humor de los Aelmë presentía el terror. Los Sin Nombre permanecían ocultos en las profundidades de la tierra, y conforme los años fueron pasando, su influencia podía sentirse latente, en ocasiones más, en ocasiones menos, como ondas de maldad que se manifestaban de vez en cuando para recordarles que aún permanecían allí.


Arminiel pronto descubriría cuál era su mayor miedo. Cuando leía acerca de los héroes del pasado, no podía dejar de preguntarse por qué sus vidas acabaron, y dónde se encontraban ahora. Aquellos caídos en batalla tuvieron el más cruel de los finales. Pero también hubo quienes decidieron sucumbir por su propia mano. Cuando Arminiel pensaba en la oscuridad perpetua, la ansiedad se apoderaba de ella. Entonces fue cuando los Sin Nombre captaron su temor, y durante los siguientes años, lo amplificarían, tratando de corromperla o quebrarla. Y por largo tiempo, Arminiel no pensó que estaba siendo influenciada por los oscuros seres. «¿Qué ocurre cuando fallecemos? ¿Oscuridad perpetua? ¿Sueño eterno? ¿Volveremos a ver a nuestros seres queridos? ¿Habrá un Más Allá?». Estas preguntas recorrían la mente de Arminiel a diario, y cuanto más pasaba el tiempo, más se hundía en el pozo depresivo que las Sombras estaban creando para ella.


La llegada de la oscuridad de la noche resultaba inquietante para Arminiel. Muchas fueron las ocasiones en las que pensó que ese sería su último día en el mundo, que durante la noche expiraría, y allí quedaría en su cama, fría y muerta, a la luz de la luna. Mientras se encontraba acostada, dormía plácidamente. Podía sentir las pulsaciones de su corazón y los movimientos de su respiración. De repente, todo cesó, y su mente quedó vacía y oscura. Abrió los ojos, y no pudo ver nada. No podía moverse, pues su cuerpo no respondía. Un sentimiento de ansiedad extrema le recorrió el cuerpo, queriendo gritar y pedir ayuda, pero la voz no le salía. Continuó intentando levantarse, pero era como si estuviera retenida en la cama, y entre la oscuridad, podía observar unas sombras deslizándose, lo único que podía llegar a ver. El miedo se apoderó de ella, y pensó que había llegado su momento. Su final había llegado, estaba a punto de morir. Un rayo de luz atravesó la ventana, y Arminiel, sudorosa, abrió los ojos. Su cuerpo temblaba por la experiencia, y rápidamente pudo comprobar que no estaba muerta. Podía sentir su corazón y su respiración, y también podía moverse. Se levantó de la cama, suspirando, y abrió la ventana al completo para dejar que la luz del día penetrara en la oscura habitación al completo. Se sintió aliviada, pero dentro de ella sabía que ésto era solo el principio. Los Sin Nombre la habían alcanzado, y ahora dormir sería doloroso.

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