24. Descontrol en el Ascensor.

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Un par de días después de pasar la noche con Sonia, Silvana arrancó el día con una buena noticia. Antes de irse a trabajar su teléfono sonó. Era Renzo. Se apresuró a contestarle, intercambiaron algunos saludos coriales y finalmente él dijo lo que ella quería escuchar:

—Tenemos que hablar... cara a cara. Te amo mucho Silvana. Estoy dolido por lo que hiciste, pero no quiero perderte.

—Yo también te amo mucho, Renzo...

Fue un tanto incómodo decirle eso mientras estaba desnuda en la cama, con las piernas abiertas y Karina le estaba dando una buena chupada de concha mañanera. Con alguien que te la chupe así, vale la pena despertarse todos los días.

Se sacudió y tuvo que morderse los labios para no gemir. La lengua de Karina se estaba metiendo en zonas muy sensibles de su concha. Empezó a responderle a Renzo con monosílabos y le aseguró que tendrían esa importante charla cara a cara, sería pronto. Mientras hablaba no dejó de acariciar los cabellos de Karina y de menearse en la cama. El orgasmo se estaba acercando cada vez más y ya no podría controlar sus gemidos.

—Amor, perdón, tengo que cortar... se me está haciendo tarde para el trabaj... ahh... ahh...

Le cortó. Sus gemidos le hicieron vibrar los pulmones. El jugo de su vagina comenzó a salir y Karina lo bebió todo. Se estremeció durante largos segundos hasta que por fin la ola de placer concluyó.

—Uf... me voy a malacostumbrar a empezar el día así...

—Yo no tengo ningún problema —dijo Karina—. Te chuparía la concha todos los días con mucho gusto. Sos preciosa, Silvana.

Sellaron el momento con un beso en la boca.

Al entrar en la cocina Silvana descubrió que Karina le había dejado el café preparado y había unos hot cakes con crema y frutos rojos, algo que solo había visto en películas de USA. Devoró todo deleitándose al máximo. Su novio nunca la despertó con el desayuno listo, a pesar de que ella lo hizo en numerosas ocasiones.

Terminó el café de un sorbo largo y cuando se disponía a volver al cuarto para vestirse, Karina la interceptó. La besó en la boca y la hizo retroceder hasta que sus nalgas dieron contra la mesa.

—¿Te gustó el desayuno, hermosa?

—Estuvo riquísimo. Esto te lo tengo que compensar de alguna manera.

—La que debería compensar soy yo, por permitirme quedarme en tu casa y hacerme el aguante en este duro momento.

Karina le chupó una teta y después bajó a darle otras lamidas en la concha. No se entretuvo mucho tiempo ahí, volvió a ponerse de pie para besarla.

—Uff... me parece que hoy voy a llegar tarde al trabajo.

—¿Y si te quedás? —Propuso Karina—. Podemos quedarnos en la cama todo el día.

—No es mala idea...

El celular de Silvana sonó, estaba sobre la mesa, estiró la mano para agarrarlo y leyó el mensaje. Karina volvió a atacarle las tetas, le chupó los pezones con fuerza.

El mensaje era de Rogelio, muy simple y concreto: una foto de su verga completamente erecta y venosa. A esto le adjuntaba un texto: «Vení con el orto preparado, putita, porque hoy te espero así».

—Quedate, nos chupamos las conchas todo el día... dale...

—Me encantaría quedarme, Karina; pero tengo que ir al trabajo —dijo, mirando fijamente la foto de ese imponente miembro erecto.

—Oh, es una pena... la hubiéramos pasado muy bien.

—Lo sé, pero tengo que trabajar.

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Mi Vecino SuperdotadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora