De Vuelta en Casa

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Narra Emily

En cuestión de minutos, llegamos al parque de diversiones más cercano, no estoy segura de que Ellis haya caminado tanto por sí sola, pero es la única esperanza que me queda.

- Mierda, está cerrado - exclamé al llegar y ver un gran candado que mantenía esas rejas selladas.

- Cerrado no es igual a bloqueado, siempre hay una forma de entrar - dijo Hannah, buscando algún camino clandestino que nos llevara al interior del parque.

Se ausentó por unos segundos y luego regresó corriendo para decirme algo importante.

- Hay una pared baja en el ala derecha, si nos ayudamos podremos subir - dijo, llevándome al lugar.

Usó sus manos para que me impulsara y pudiera alcanzar la cima del muro. Luego, yo extendí mi brazo y jalé para subirla conmigo, es lo más ilegal que haya hecho en mi vida. Dimos un salto de fé y caímos de tres metros de altura al césped, por suerte no nos hicimos daño.

- Éste lugar es enorme y aterrador - dije, observando todo lo que nos rodeaba, ella se rió y me llamó "gallina", no se puede tener una conversación normal con esta niña.

Algunos de los juegos mantenían sus luces prendidas durante la noche, así que decidimos revisar sólo los que emitieran luz. Esos juegos eran: el carrusel, la montaña rusa principal y la rueda de la fortuna, eso facilitaría mucho nuestra búsqueda.

- ¡Ellis! Soy Emily ¿Estás aquí? - grité,  para que pudiera escucharme en dónde fuera que esté.

- ¡Ellis! - gritó Hannah, buscando en los rincones más recónditos.

No había rastros de ella por ningún lado, el carrusel estaba vacío y la montaña rusa también. Me sentí increíblemente culpable por todo ésto, debí esconderme con ella, es mi hermanita, se supone que debo protegerla.

- Oye, pelirroja, no llores, aún nos queda la rueda de la fortuna, es muy probable que ella esté ahí - dijo Hannah alentándome, es raro que ella haga eso, normalmente sólo me insulta.

Tomé su mano para sentirme segura y ambas nos dirigimos a la rueda de la fortuna. Se escuchaban sirenas de patrullas policiales dando vueltas alrededor del parque, están buscándola por todos lados, eso es algo bueno.

Iba a darme por vencida, pero entonces oí un sollozo que se me hizo muy familiar. Corrí hacia uno de los asientos de la rueda de la fortuna y encontré a esa pequeña cabecita rubia llorando en un rincón, estaba aterrada.

- ¡Ellis! ¡Estás bien! - grité, tomándola en mis brazos y abrazándola como nunca antes lo había hecho.

- Quiero a mi mamá - lloró, mientras me abrazaba y sujetaba a 'mantita'.

La miré detenidamente y noté que tenía un par de heridas en su rostro y en sus rodillas.

- ¿Qué pasó, peque? - pregunté, sentándome en el suelo.

- Me caí porque no sé atar mis zapapos - explicó haciendo pucheros mientras su llanto cesaba.

Bajé mi mirada hacia sus piecitos, sus agujetas estaban desatadas y sucias, como su hubiera recorrido miles de kilómetros.

- Ya estás a salvo, revoltosa - dijo Hannah, sentándose con nosotras.

- No te conozco - dijo Ellis, fulminándola con la mirada.

- Soy Hannah - dijo ella, extendiendo su mano para estrecharla.

- Tú no tienes papás - dijo mi hermanita, recordando las veces en las que mencionamos a Hannah en casa, no puedo creer que sólo recuerde eso de ella.

Algo Contigo // Segunda Parte // MeddisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora