XI

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SUNDAY

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Me encontraba en un salón majestuoso, pero su grandeza estaba teñida con la opresión característica de Giedi Prime. Columnas de mármol blanco se elevaban hacia un techo abovedado, adornado con frescos dorados que brillaban con una luz irreal. La luz, filtrándose a través de vitrales de colores, proyectaba sombras danzantes, pero en lugar de consolarme, sentía una inquietud profunda. Era como si todo estuviera envuelto en una neblina de peligro inminente.

Avancé por una larga alfombra roja hacia un altar imponente, donde Feyd me esperaba. Su rostro impasible me miraba con una frialdad que congelaba mi sangre. Sentía el peso de cientos de ojos sobre mí, y cuando levanté la vista, vi a mi familia entre los invitados. Por un breve momento, sus rostros familiares me ofrecieron consuelo.

Mi padre, estaba allí con una mirada solemne pero orgullosa. Mi madre, mostraba una mezcla de preocupación y esperanza. Y Paul, mi hermano, me miraba con apoyo y angustia. Sin embargo, al fijarme de nuevo en ellos, sus expresiones habían cambiado. El temor se había apoderado de sus rostros. Mi padre tenía los ojos llenos de angustia, mi madre sostenía un pecho con dolor, y Paul, con el rostro rígido, parecía estar luchando contra una fuerza invisible.

De repente, un dolor punzante en mi abdomen me dobló de dolor. Miré hacia abajo y vi que mi vestido blanco empezaba a mancharse de rojo. La sangre brotaba sin control, empapando la tela con rapidez. Intenté gritar, pero ningún sonido salió de mi boca. Caí de rodillas, sosteniendo mi abdomen, mientras el dolor se intensificaba.

El salón comenzó a desvanecerse en sombras. Los rostros de los invitados se difuminaban en la oscuridad. Mi familia seguía mirándome con horror, impotentes. El aire opresivo de Giedi Prime parecía apoderarse de todo, asfixiándome. Sentía el suelo ceder bajo mis pies, y la música se transformó en un murmullo siniestro.

Desperté desorientada, con el eco de la pesadilla aún resonando en mi mente. Me costó unos momentos recuperar mis sentidos. Parpadeé varias veces, tratando de aclarar la vista. Poco a poco, la penumbra de mi habitación se hizo más clara, revelando los contornos familiares de los muebles y las pesadas cortinas que apenas dejaban pasar la luz exterior.

Sentí un peso en mi mano y me volví hacia la fuente de una voz suave y preocupada.

—Padme— La voz de Magnolia era un susurro angustiado. Estaba sentada a mi lado, con su rostro lleno de preocupación. Su mirada estaba fija en mí, y sus manos apretaban las mías con fuerza.

—Magnolia...—Intenté hablar, pero mi voz era apenas un susurro. Me dolía todo el cuerpo, y el recuerdo del dolor en mi abdomen aún persistía.

—¿Cómo te sientes?— dijo Magnolia, acariciando mi cabello con ternura. Me tomó unos momentos más asimilar sus palabras. Las imágenes de la pesadilla y la brutal realidad de mi situación se entremezclaban en mi mente, confundiéndome aún más. Sentía una mezcla de alivio y desesperación. ¿Cuánto tiempo había pasado desde el combate con Feyd?

DUNES OF DESTINY | Feyd-Rautha Harkonnen| EN PAUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora