Era cada día más y más difícil el pensamiento de tener que dejarla ir, casi no podía soportarlo más. Ambos sentían lo mismo, tan intensamente podían decírselo al otro sin verbalizar nada, únicamente a través de sus ojos. Milton deseaba decirle que ella era su razón para quedarse y esperaba por favor que Apple quisiera ser su razón para quedarse. Sin embargo, no podía expresarlo en voz alta, no podía darle falsas ilusiones de que podrían acabar juntos porque para comenzar nunca se debió crear ningún vínculo entre ellos. No era nada fácil, no es que no quisiera correr hacia ella, pero había tantas montañas y puertas que no podían atravesar. Aquí dentro, sí podían ser ella y él, pero afuera, no tenían ni una esperanza. La quería, no era un secreto que ya trataba de ocultar, pero no podía tenerla. Habían iniciado un romance que tenía un final, pues, estaban destinados a romperse y él no podía hacer nada para evitarlo. Hiciera lo que hiciera, ahora o luego, la haría daño y se sentía devastado por la idea. No obstante, Apple no escuchaba su silencio, sino a sus corazones, latiendo al mismo tiempo una melodía eterna que decían que eran el destino del otro, él era de ella y ella era de él y nada les separaría porque eran a quienes debían encontrar. Y Milton se permitió escucharlos también porque todo lo que quería era volar con ella, caer con ella, todo con ella. Por esta tarde, podía intentar creer que el mundo era de ellos, que podían reescribir las estrellas.
"Un día escaparemos de aquí, solos tú y yo, disfrutando de nuestro romance, pudiendo vivir una vida llena de honestidad sin nada que ocultar ni a nadie a quien temer. Solamente paseos y charlas tontas, abrazándonos, mirando la puesta de sol, y dándonos un beso antes de que nuestro futuro juntos comience. Oh, Apple, te llevaría tan lejos de aquí, de la reina y de sus guardias de palacio, a donde tú quisieras, mi amor" Milton dijo, sonriendo y cerrando los ojos mientras se tumbaban juntos abrazados, permitiéndose fantasear. Haría tanto por ella, si de verdad fuera posible abandonar su vida anterior, serle sincero con su pasado y estar juntos para siempre.
La princesa rubia sonrió también y acercándose más a su cuerpo, cerró los ojos, soñando juntos un sueño precioso. "A Oz iríamos"
Milton, que acariciaba suavemente su cintura, sonrió todavía más, no imaginando un lugar más perfecto para estar con ella que el lugar de su madre. "A Shiz te llevaría, al Salón Ozdust para verte bailar durante todas las noches de mi vida"
Ella se rio, impregnando de esa risa maravillosa los oídos de Milton, haciéndole desear que se acabara el mundo en este instante y les pillara así abrazados porque en este segundo de su vida se sentía menos imposible, ¿era imposible? Parecía posible.
"Recorreríamos juntos el camino de baldosas amarillas para ir un día a Ciudad Esmeralda. Es impresionante la ciudad y muy verde, con edificios tan altos como árboles de Quoxwood, tiendas de ropa, bibliotecas, museos, palacios... siempre hay cosas por visitar, mirar o hacer en la capital. Por el camino, se puede ver un enorme campo de amapolas rojas, te gustaría, estoy seguro" Siguió idolatrando aquella ilusión tan preciosa.
"Me encantaría verlo" Apple le aseguró ampliando las comisuras de sus labios, imaginándoles a ambos.
"Y yo te lo mostraría encantado, desde la distancia lo preciosas que están, porque aunque son muy bonitas, son muy peligrosas. Capaces de hacer dormir hasta a un gigante con sus esporas" Le explicó cómo se lo explicaba a él de pequeño su madre.
Era una fantasía tan real les parecía, ambos estaban sintiendo lo mismo tan fuerte, Apple notaba debajo de su mano, en el pecho de él, en sus latidos sabiendo que estaba pensando tanto en ellos, en ella, en él mismo, en lo que podrían ser. Tal y como hacía la royal. Todavía no quería despertarse de aquel sueño, era demasiado perfecto y maravilloso, con los ojos cerrados comenzó a mover sus manos hacia el rostro de Milton para tocarlo y poco a poco se acercó para expresarle tanto, sin necesidad de gritarlo, que le decía sí, totalmente, sin dudarlo ni un solo segundo, a esa vida compartida lejos con él. Milton sintió el aliento cálido de sus labios a escasos centímetros antes de finalmente sentirla besándole e instantáneamente acercarla a su cuerpo para abrazar todavía más sus curvas, pegándolas a él.
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𝙳𝚒𝚎𝚌𝚒𝚜𝚒𝚎𝚝𝚎 𝚊ñ𝚘𝚜
RomanceDesde el Día del Legado, Milton está cada vez más cerca de dejar de ser el director debido al enfado del Consejo Escolar. Está presionado, angustiado... y paga su frustración con los rebels. Quienes no le gustan. Por lo que castiga a una alumna y es...