Donde un lindo omega de nombre Francisco tiene un nuevo vecino, este le ha llamado la atención y cada que puede le toma fotos con un mensaje detrás de ellas, ¿lindo, no? Aunque no se atreve a revelar su identidad a su guapo vecino.
O donde Esteban...
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Esa mañana estuvo mucho mejor que las demás, no sólo porque era sábado y el trabajo quedaba en segundo plano, sino también porque ese día iría al departamento de Esteban, a ver que salía de ese plan. Fran se dedicó de lleno a él mismo toda esa mañana, también a su hogar y a su mascota, obviamente. Limpió su casa y le dio su debido mantenimiento, no le gustaba vivir en desorden, eso sí. Oliver estuvo enterrado en las cobijas de su propia cama toda la mañana y la verdad no quería irrumpir en su sueño así que lo dejó ser.
Al instante de preparar la comida escuchó un "quish quish" desde el piso y vio a su pequeño roedor rascando el piso a sus pies, rió y también le dio su comida, tener un hámster es una responsabilidad muy grande aunque sea una pequeña bolita de pelos.
Se bañó perfumó y arregló lo más que pudo, salió a caminar un poco y como siempre, robó la mirada, piropos y algunas miradas de envidia de alfas, omegas y betas; es imposible ser Francisco Romero sin que todos te miren, y mucho menos si eres un lindo omega sin marca ni alfa. A su regreso almorzó y tuvo su pequeño momento de disociación pero todo bien. Cuando era hora se despidió con unos mimos de Oliver y con los nervios a flor de piel, salió de su hogar para ir al de su vecino, tocando la puerta con unos cortos 4 toques.
— ¡Fran! Pasa, pasa — Esteban no se hizo esperar y cuando pasaron menos de 10 segundos la puerta ya estaba abierta mostrando a un sonriente alfa.
— Hola, Esteban — Respondió el rubio ladeando la cabeza mientras aceptaba la invitación de Esteban.
— Puedes decirme Estebi... Digo, si no quieres entonces no, igual, ¿me dijiste Estebi antes, verdad? — El alfa comenzaba a tartamudear un poco, provocando la cálida risa de Fran.
— Dale Estebi — Lo que hizo reír más a Fran fue que ahora Esteban parecía un manojo de nervios, que lindo.
El rubio se tomó el tiempo de ver detalladamente el depa de Esteban, ordenado, minimalista, muy limpio e impregnado del embriagante olor de su alfa, le encantaba y sentía que podía escaparse a hacer su nido en la misma cama de el castaño. Negó, no ideas retrógradas por hoy.
— Y bueno, ¿qué vamos a ver?
— Harry Potter, ¿te gusta? — El alfa se sentó en su sillón y palmeó a su costado.
Fran se sentó casi de inmediato mientras sonreía.
— Me encanta, ¿podemos ver El Prisionero de Azkaban? — El rubio miró con ojos suplicantes a Esteban, el contrarió no tendría corazón para negarle algo a su omega.
Asintió con aprobación y buscó en su catálogo, ya tenía todo listo de hecho. Era un alfa que se esforzaba por dar lo mejor a los demás, y ni hablar si era para demostrarle algo a su destinado, quería que su omega tuviera la mejor imagen de él. Palomitas, refrescos, y alguna que otra golosina se hallaba en la mesita de centro de la sala, y no podían faltar cobijas por si hacía falta. La plática espontánea entre ellos duró hasta que la película empezó a reproducirse, dando paso al protagonista, Harry y los problemas con la familia de su tía, de nuevo. A medida que la película avanzaba, Remus Lupin entraba en puesta de escena. A Fran obviamente no se le pasó mencionar el parecido de Esteban con Remus, ganando una risa del mencionado.
