Donde un lindo omega de nombre Francisco tiene un nuevo vecino, este le ha llamado la atención y cada que puede le toma fotos con un mensaje detrás de ellas, ¿lindo, no? Aunque no se atreve a revelar su identidad a su guapo vecino.
O donde Esteban...
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Estaba mal, completamente mal. En la mañana había despertado con malestar y mareos, creyó que era porque algo que había comido le había causado aquello, que equivocado estaba. Sintió su cuerpo calentarse y lubricante natural bajar de su entrada. ¿Qué mierda? aún no habían pasado los 3 meses y ya había vuelto su celo. Se había adelantado y eso le aterraba, no hallaba nada bueno en aquello y sollozó al recordar que los supresores se le habían acabado en el celo anterior, ni siquiera de abasteció con ellos con anticipación y ahora solo podía gemir en su cama en llamada de algún alfa.
Oliver lo miró con curiosidad desde el piso pero decidió darle su espacio y se fue a correr en su rueda giratoria, total, era rollo de su dueño, no podía hacer nada.
Su situación empeoró cuando escucho la puerta de su departamento sonar, alguien había tocado y eso no era para nada bueno suponiendo y sabiendo que en aquél piso él y Esteban eran los únicos vecinos. Lo aún peor era que Esteban era un alfa y era su destinado, no podía arriesgarse a ir y abrirle la puerta, no lo haría, claro que no.
Bueno, al menos eso pensaba. En contra de su propia voluntad se encontraba abriendo un poco la puerta de su apartamento, dejando que aquella persona de aroma delicioso respondiera; su visión era borrosa y su cuerpo se sentía caliente, sea quien sea, sentía que podría besarlo en cualquier momento por lo necesitado que se sentía.
— Fr- — El alfa se detuvo en seco.
Esteban miró con ojos abiertos, ese olor a duraznos y lavanda que tanto le encantaba se había tornado súper dulce y embriagante. Su lobo interno se removió con deseo, ya sabía lo que pasaba; su dulce Frani estaba en celo.
— Esteban... — Musitó el omega llamando a su alfa.
Esteban Kukuriczka era un alfa que no se dejaba llevar por sus instintos, era completamente un ser pensante y con el suficiente raciocinio como para no hacer una estupidez con cualquier omega en celo que se le cruce. Solo que no se esperaba que aquel omega delgado y de cabello rubio se llevara toda aquella racionalidad a la basura solamente con la mirada.
No recuerda mucho después de aquello y tampoco sabe cómo terminó besando a su bonito vecino en el piso, ni cuando la ropa empezó a incomodar. El ambiente estaba cargado de sus feromonas cubriéndolos a los dos totalmente y el sonido húmedo de sus bocas en contacto era lo único que se escuchaba en la sala de aquel apartamento.
— ¡Alfa! — Chilló Fran en medio del beso, con el cuerpo ardiendo.
Y bueno... Esteban recobró la consciencia al escuchar la voz de el omega. Se separó de el rubio y casi que se quiso arrancar la cara de vergüenza por la tontería que había estado a punto de hacer.
El omega en sus brazos se retorció y gimió con tristeza por la falta de los labios su alfa en los suyos propios. El castaño negó con la cabeza, tratando de alejar el aullido de su lobo que le carcomía la cabeza por unirse con su omega. Trató de separarse pero las delicadas manos de el rubio lo impidieron, sujetándolo y delirando por él.
