Capitulo 9

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ALESSANDRO

Mientras me dirijo a la maldita ciudad vecina, recibo un mensaje de Matías.

MATÍAS: Estamos en Denver. Nos encontraron. Estoy tratando de cubrir a las chicas, pero no aguantaré mucho.

Matías: Even Hotel, Denver.

Me envía la dirección del hotel; sé donde está. Federico solía traernos en vacaciones; Shamira, nuestra hermanita, solía amar ese estúpido hotel.

No estoy tan lejos, solo faltan 10 minutos. Aceleró el máximo, y cuando llegó al hotel hay hombres armados por todas partes, se escuchan disparos y en menos de 5 minutos los hermanos Fernández están conmigo.

Trato de buscar un lugar por dónde entrar sin que nos vean, y recuerdo el spa de al lado al que a mamá le encantaba ir cuando veníamos de pequeños.

Le hago una señal a Román y Filyth para que me sigan, y justo cuando abro la puerta recuerdo que Matías estaba corriendo a las chicas. -¿Cuentos de hombres tienes?-preguntó mirando a Román. Él trata de contar mentalmente a toda velocidad, pero Filyth es más rápido.

-Treinta, armados, esperando en la siguiente manzana -responde Filyth.

-Bien, informen que los necesito aquí, ahora -digo sin esperar respuesta, dándome la vuelta y abriendo la puerta de la parte trasera de la cocina.

Entro y me encuentro con un pasillo largo con varias puertas. Cuando me doy vuelta, estos imbéciles aún no han entrado; está mierda es lo único que faltaba. Tengo que ayudarlos a salvar a la niña malcriada que ahora resulta ser de la puta mafia rusa y también tengo que hacerles de niñera a estos idiotas.

Regreso sobre mis pasas para ver dónde están, y se escucha un ruido al otro lado de una de las puertas. El pasillo me dio la vuelta hacia la puerta en específico, pero no logré oír nada.

Cuando intentó abrir la puerta, está cerrada y al mismo tiempo veo que entran Filyth y Román, junto a Joseph, que vino con unos hombres.

-Marías, está ahí dentro, y aún está vivo -digo dándole ordenes a los hombres. -Al final de este pasillo está la entrada de servicio a la cocina; entrarán por allí -digo señalando la puerta al final del pasillo-. Y quiero que cuiden a Matías; no me importa si no matan a esos bastardos; ese chico sale vivo de ahí. ¿Queda claro? -les digo a los 4 hombres que están a mi espalda, mientras miro la manera de entrar a la puerta cerrada. -¿Claro? -insisto; ellos asienten al mismo tiempo.

-Revisen si en alguna puerta hablé -les digo a los chicos mientras los hombres salen por el resto.

Abierta -dice Joseph a mi derecha.
-Abierta -dice Román en una de las puertas del otro extremo.

-Estás tres, están abiertas -dice Filyth señalando las puertas más cercanas a la salida.

-Esta es la única que está cerrada -les informo mientras trato de abrirla la cerradura. Todos se acercan y Joseph me pide espacio. Esto de las cerraduras nunca fue lo mío.

Exacto, idiota; lo tuyo es entrar dando tiros a todo lo que se mueva.

Apartó esos pensamientos de mi mente para concentrarme en la puerta y unos segundos después lograr abrirla, y es justo lo que pensé, el Spa al que mamá solía venir.
Ojalá no te arrepientas de salvar a esa chica. Recuerda que lleva la sangre de tu enemigo en las venas.

>> No hagas lo que hizo tu padre, no trates de que pague, solo... -la sangre de mi madre fluye libremente entre mis dedos mientras agoniza en mis brazos -solo prométeme que no te involucrarás en los negocios de la familia.

Dos Caras Una Vida © (PRIMER BORRADOR, CORRIGIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora