Capitulo diecisiete

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[02:40 a.m]

Desperté asustada, un ruido fuerte sonó desdé abajo, no me lo planteé dos veces y tome un bate para luego salir y bajar las escaleras.

Una vez abajo busqué con la vista algo, lo que sea, con tal de saber que me despertó...

Escuché un crujido a mis espaldas y volteé a ver, intenté adaptarme lo más que pude a la poca iluminación y cuál al fin lo logré divisé a Joseph.

Me calmé un poco y solté el bate, corrí hasta el y empecé a revisarle.

Tenía la boca y las manos sucias de sangre, una pequeña cicatriz en su ceja y algunas vendas.

-Oye pequeña ¿Qué haces aquí? ¿Nadie te quiso llevar a tu casa? — me pregunta aparentemente preocupado.

-Me peleé con mi familia, pero eso no importa ahora. ¿Como te sientes? ¿Te duele?.

-No, solo se ve horrible pero no duele.

Respiré tranquila al escuchar eso, lo sigui detallando y vi una bolsa a nuestros pies, me agaché para tomarla y al levantarla la sentía viscosa y olía a podrido.

-¿Qué es esto?

-Sangre — dice como si nada y me la quita de las manos — yo... Vine a buscarla pero se me a roto.

-¿Perdiste mucha sangre en la pelea?

-Si…

Asentí intentando comprenderlo pero algo me decía que había algo más, algo que no me quiere decir, algo que está ocultando.

Y voy a descubrir que es.

★★★

-¡Okey chicos! ¡¿Saben que pasará la semana próxima?! ¡El momento por el cual todos nos hemos preparando! — Escuchaba al instructor Max hablar mientras yo estaba sentada en el suelo — ¡La semana que viene será la presentación de la bella y la bestia! ¡Espero y todos estén preparados! — los aplausos no se hicieron esperar y la emoción en los rostros de casi todos — ¡Entonces empiecen la práctica!

Cada uno corrió a su lugar, yo no les prestaba atención, solo miraba a Amelia y a Thomás, estos estaban abrazados viendo algo en el teléfono de Amelia, saber Dios que era.

No pude separar la vista de ellos durante un largo rato, el saber que Amelia y Thomás son amigos me da un poco de envidia, que raro, jamás me e puesto envidiosa de una amistad.

Seguía mirando, Thomás abrazó a Amelia y está le correspondió, intenté sonreír ya que por más que me duela, no tengo oportunidades con Amelia.

Luego de un rato los dos se separaron del abrazo y yo me iba a asercar pero ubo algo que me lo impidió...

Amelia y Thomás se estaban besando...

El dolor en mi pecho se hizo presente y sentía como mis ojos se cristalizaban, era una escena muy dolorosa para mí.

Mire a los lados buscando algo, no se que, y al volver mi vista a ellos aún se estaban besando. Corrí fuera del salón con mis ojos llenos de lágrimas.

Sin importarme lo más mínimo las consecuencias salí corriendo a la calle, no me importa si me regañan o no, nesecito aire fresco.

Me limpié las lágrimas y levanté la vista, de nuevo, allí enfrente de mi había una sonrisa angélicas y dos diamantes.

Sonreí de forma inocente y me aserque alegre, el dolor en mi pecho estaba disminuyendo.

-Katherine...

-Mamá, cre-creí que jamás te volvería a ver — la mire aún entre lágrimas, estaba a escasos pasos de mi.

-¿Porqué lloras? — negué con la cabeza, no quería contarle lo que me pasa — Ohh cariño, debo irme, lamento mucho no poder quedarme más...

-N-No, quédate por favor — la abracé fuertemente como si mi vida dependiera de ello — no quiero volver a estar sola...

-Jamas as estado sola, siempre, siempre estaré para tí — me dio un beso en la cabeza que por alguna razón me empezó a arder y desapareció.

Me empecé a marear, me dolía el cuerpo, algunas imágenes vagas sobre un choque llegaban a mi mente, un carro atropellando a alguien, no sabria decir a quien..

Tanto fue el dolor, que...me desmayé.

En medio del caos⅓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora