El ritmo de vida de Alexia y Elena, aunque agitado, comenzaba a encontrar un espacio especial para la otra. Desde aquella cita truncada por la emergencia en el hospital, sus conversaciones a través de mensajes y llamadas se hicieron más frecuentes, creando un lazo que se fortalecía con cada día que pasaba.
Cada mañana, Alexia se despertaba con el sonido familiar de su despertador. Era una rutina que había perfeccionado a lo largo de los años de entrenamiento, pero ahora había un añadido especial. Justo después de apagar el despertador, su primer impulso era revisar su teléfono para ver si tenía algún mensaje de Elena. La mayoría de las veces, ahí estaba, un mensaje corto y dulce, deseándole un buen día.
"¡Buenos días, Alexia! Espero que tengas un entrenamiento increíble hoy."
Alexia sonreía cada vez que veía esos mensajes. Le daban un impulso extra, una chispa de felicidad que la acompañaba durante todo el día. Ella respondía con la misma calidez, a menudo enviando una foto rápida de su desayuno saludable o una vista del campo de entrenamiento.
"¡Buenos días, Elena! Gracias, hoy tenemos una práctica intensa, pero estoy lista. Espero que tú también tengas un día maravilloso en el hospital. ¡Nos hablamos luego!"
Para Elena, sus días comenzaban de manera similar. El hospital central de Barcelona era un lugar de constante actividad, pero antes de sumergirse en el caos del trabajo, se permitía un momento de tranquilidad para leer los mensajes de Alexia. Esos mensajes eran como un bálsamo, suavizando el estrés anticipado del día.
"¡Buenos días, bella doctora! Que tengas un día productivo en el hospital. Estoy deseando escuchar tus historias de hoy."
Elena respondía con gratitud, a menudo tomando un momento para respirar profundamente antes de enfrentar su jornada. Saber que Alexia pensaba en ella le proporcionaba una sensación de calma y apoyo.
"Gracias, Alexia. Es increíble empezar el día con tus mensajes. ¡Buena suerte con tu práctica! Nos hablamos más tarde."
A medida que los días se convertían en semanas, sus conversaciones se hicieron más profundas. No solo compartían los detalles de sus rutinas diarias, sino que también se aventuraban en temas más personales y significativos. Hablaban de sus sueños, sus miedos, y las experiencias que las habían formado en quienes eran.
Una noche, después de un largo día de entrenamientos y compromisos, Alexia se encontró en su apartamento, deseando hablar con Elena. Decidió llamarla, esperando que no fuera demasiado tarde.
"Hola, Elena. ¿Te pillo en mal momento?" preguntó Alexia, esperando no haber interrumpido nada importante.
"Hola, Alexia. No, en absoluto. Acabo de llegar a casa y estoy relajándome un poco. ¿Cómo fue tu día?" respondió Elena, con una voz que sonaba cansada pero contenta de escuchar a Alexia.
"Fue bastante bien. Tuvimos una práctica dura, pero me siento bien. Quería hablar contigo" dijo Alexia, su tono un poco más serio.
Elena le dio a curiosidad. "Alexia, he estado pensando. ¿Qué te llevó a elegir el fútbol? ¿Cuál es tu pasión detrás de este deporte?"
Alexia sonrió, tomada por sorpresa por la pregunta pero encantada de compartir un pedazo de su vida con Elena. "Bueno, el fútbol siempre ha sido una parte importante de mi vida. Mi papá fue quien me inculcó ese amor por el deporte. Desde que era pequeña, él soñaba con verme jugar en el Barcelona. Era su equipo favorito, y siempre me decía que algún día me vería en la camiseta azulgrana."
Elena escuchaba atentamente, sintiendo la emoción en la voz de Alexia mientras hablaba de su padre.
"Lamentablemente, papá falleció antes de que pudiera verme en el campo profesional. Pero cada vez que juego, siento que aún está conmigo, guiándome y dándome fuerzas," confesó Alexia con sinceridad.
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Ecos de Amor - Alexia Putellas
FanficAlexia Putellas, una destacada futbolista, y Elena, una talentosa cirujana, se encuentran en una gala de caridad y se enamoran rápidamente. Sin embargo, sus vidas llenas de secretos y responsabilidades ponen a prueba su relación. Juntas, luchan por...