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En una cálida noche de verano en Río de Janeiro, Diana Mendes se encontraba en la fiesta de lanzamiento de una nueva línea de moda, rodeada de gente glamorosa y música vibrante. Ayrton Senna, el carismático dueño de un exclusivo club nocturno de la ciudad, había sido invitado como uno de los patrocinadores del evento. Desde el momento en que se vieron, la química entre Diana y Ayrton fue palpable, aunque ninguno de los dos estaba dispuesto a admitirlo.

Diana, con su vestido elegante y una sonrisa traviesa, captó la atención de Ayrton desde el primer instante. Ella sabía cómo moverse en cualquier círculo social, deslizándose entre conversaciones y atrayendo miradas curiosas. Ayrton, por otro lado, observaba desde la distancia, intrigado por la energía radiante de Diana y su aura de misterio.

Durante la noche, sus caminos se cruzaron varias veces: en la barra mientras pedían sus bebidas favoritas, en la pista de baile donde compartieron algunos pasos de salsa caliente, y en un rincón apartado del jardín, donde encontraron un momento de tranquilidad entre la multitud.

—¿Qué hace una mujer tan fascinante como tú en una fiesta como esta? —preguntó Ayrton, su voz baja y seductora mientras miraba fijamente a Diana.

Ella sonrió, juguetona. —Quizás estoy buscando algo... o a alguien.

Ayrton se acercó un poco más, atrapado por la intensidad de su mirada. —¿Y has encontrado lo que buscabas?

Diana se mordió el labio inferior, un gesto que no pasó desapercibido para Ayrton. —Todavía no lo sé. Tal vez necesite un poco más de persuasión.

Sin decir una palabra más, Ayrton tomó su mano y la llevó hacia un área más privada del jardín, lejos de las miradas curiosas pero lo suficientemente cerca para sentir la brisa del mar que llegaba desde la playa cercana. Se detuvieron bajo la sombra de un árbol frondoso, sus cuerpos apenas separados por centímetros.

Diana se volvió hacia él, sus ojos brillando con anticipación. Ayrton, sin perder un segundo más, la atrajo hacia sí y la besó con una pasión que había estado ardiendo desde el momento en que la vio entrar a la fiesta.

Los labios de Diana respondieron con urgencia, sus manos encontrando el camino bajo la camisa de Ayrton, explorando su piel mientras sus lenguas se entrelazaban en un baile erótico y sensual. El calor del verano se intensificaba entre ellos, cada caricia y cada beso encendiendo una llama que pronto amenazaba con consumirlos por completo.

Ayrton la empujó suavemente contra el tronco del árbol, sus cuerpos presionados uno contra el otro en un abrazo apasionado. Diana suspiró contra sus labios, perdida en la sensación embriagadora de sus manos recorriendo su espalda, sus caderas, explorando cada curva con deseo y adoración.

—Ayrton... —susurró Diana entre besos, su voz cargada de necesidad.

Él la miró intensamente, su mirada ardiente y decidida. —Diana, no sabía que te encontraría aquí esta noche, pero ahora que te tengo... no pienso dejarte ir.

El deseo que había estado latente entre ellos estalló en una pasión desenfrenada, sus cuerpos moviéndose en perfecta armonía mientras se entregaban el uno al otro, olvidándose del mundo exterior, perdidos en el fuego del deseo compartido.

Cuando finalmente se separaron, sus corazones latían en sincronía, el aire cargado de la electricidad de su conexión. Se miraron con complicidad, sabiendo que habían cruzado una línea que cambiaría sus vidas para siempre.

One Shots - Ayrton Senna © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora