Neugdae, dice el letrero labrado sobre las inmensas puertas de la cuidad, que se abren de par en par frente a su paso. Los guardias del portal le reciben amablemente: —Bienvenida, señorita Ju. La joven cubierta por una capa de piel avanza deprisa hacia la entrada del castillo; la sombra que proyecta su abrigo solo permite percibir de su afilada nariz hasta su barbilla. No menciona palabra alguna ante el saludo de los guardias.
Nuevamente las puertas se abren para ella, esta vez son las del palacio. Las trompetas suenan a su paso y uno de los lacayos reales la anuncia ante el rey.
—Ha llegado la señorita Ju, mensajera de Neugdae —dice el pregón.
El rey, sonriendo, la recibe de inmediato, sentado al final de las escaleras que dirigen al trono. Su ojo izquierdo es cubierto por un parche metálico de color oro que abarca desde su ceja hasta parte del pómulo.
—Bienvenida. ¿Qué buenas noticias nos traes desde Hwangso? —el rey pregunta interesado.
—Los acuerdos comerciales que pactaron siguen en pie, y le favorecerán este año, su alteza —levantó su capa por un lado y sacó de una bolsa de cuero fino un pergamino que extendió de inmediato, y prosiguió a leer en voz alta.
Magnánimo gobernante de Neugdae, aliado y amigo de nuestra nación. Como cada año, los cargamentos de oro y demás metales preciosos productos de nuestra actividad minera arribarán a tus tierra en algunas lunas, esperando correspondas con la seda virgen que tu reino nos provee año con año. Al igual que ustedes hemos padecido ante la amenaza de los demonios que asolan las afueras de nuestro reino atacando a personas y desapareciéndolas. Sigamos unidos en estos días oscuros para las naciones.Nuestra lealtad esta contigo, legitimo rey de Neugdae.
—Son muy buenas noticias, Jiwoo. Te agradezco la labor tan ardua que haces al llevar de reino en reino los mensajes más primordiales. La nación te debe este gran servicio que tú realizas.
—Desearía poder hacer más —la joven se descubrió el rostro esta vez, bajando la capucha de su capa; su rojo cabello resplandecía tanto como sus azules ojos, parecidos a zafiros—, pero no poseo magia alguna para proteger al reino.
—No lo digas como un lamento. La ausencia de magia que existe en ti es todo un honor, siendo hija de aquel que salvó a nuestro reino de una de las amenazas más grandes de la historia. Sígueme —le ordenó esta vez, levantándose del trono.
Avanzaron por algunos pasillos del castillo, seguidos de un par de guardias reales, hasta llegar a una cámara subterránea. Estaba iluminada por cristales azules de un fulgor mágico casi espectral. Al fondo, una silueta alta les sonreía.
—Esta hecha a imagen de tu valeroso padre.
Una estatua de oro solido con la forma de un hombre muy alto yacía en el interior de la cámara. La expresión en su rostro era de calidez, con una ligera sonrisa. Una enorme capa le cubría y sostenía un libro con una mano, con la otra apuntaba hacía enfrente con el dedo anular y pulgar unidos y los demás extendidos.
—Tu padre era el más poderoso mago de este reino. Sin su heroica hazaña ninguno de nosotros podría estar aquí el día de hoy. Entregó su vida para salvarnos a todos y así sellar al más poderoso demonio que existía.
—Pero no pudo enseñarme a hacer magia ni me entregó el grimorio de la familia. Ahora soy una persona sin magia.
—Tu magia es ayudar al reino con las labores comunicativas y la información. No podría confiarle a nadie más la misión de transportar los mensajes reales. Eres al igual que tu padre una heroína.
Su rostro era hermoso pero no esbozaba ni una mínima sonrisa.
—Sé que esta vida ha sido dura para ti. Todos a tu alrededor poseen al menos un esbozo de poder mágico, y sé que has perdido también a gente importante para ti a causa de la amenaza de los demonios. Nabi y Nari estarían orgullosas de ti.
Ella apretó el puño.
—Si yo hubiera ido con ellas ese día… yo…
—Estarías muerta también.
Ella volteó el rostro.
—Pero no las habría dejado solas, pude haberles ganado tiempo —sollozó.
—Los demonios matan y devoran a gente por diversión. Ese momento trágico era parte de su destino.
—Ellas merecían vivir… tal vez incluso más que yo.
—No digas eso —se acercó a ella y la abrazó. Ella, con el rostro endurecido, lloraba calladamente, apretando fuerte la mandíbula—. Esta estatua será erigida en la plaza principal durante la fiesta de la cosecha, así que deseo que te quedes en la ciudad estos días, antes de tu siguiente misión en el reino de Saja.
Ella asintió con la cabeza.
—Por ahora descansa. La servidumbre ya ha preparado todo para ofrecerte un cálido recibimiento; cumplirán hasta tu más mínimo capricho —se alejó lentamente escoltado por los guardias.
La joven se quedó mirando la estatua, llena de tristeza.
—Juro que de serme posible, mataría a los demonios con mis propias manos —cerró su puño frente a sí.
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La aprendiz de demonio (Jungkook Fanfic)
FanfictionEn un mundo donde la magia es parte de la vida de todos sus habitantes, Ju conoce por azares del destino a Jung, un demonio que es culpado de todo lo malo que ha pasado al reino en el que viven, pero algunas cosas no cuadran... Necesita escuchar la...