Con el paso de los días, la presencia de Martín en nuestras vidas se volvía cada vez más intensa, como una sombra que se cernía sobre nuestra relación. Aunque Abigail seguía asegurándome que Martín era solo un viejo amigo y que su interés estaba completamente en mí, no podía evitar sentirme cada vez más inseguro.Nuestras discusiones se volvían más frecuentes, alimentadas por mi creciente paranoia y los intentos de Abigail por tranquilizarme. Pero por más que intentara creer en sus palabras, la sombra de la duda seguía acechándome, oscureciendo cada momento que compartíamos juntos.
Una noche, después de una cena con la familia, Abigail y yo tuvimos una conversación seria en la privacidad de nuestra habitación. El aire estaba cargado de tensión mientras intentábamos abordar el tema que se interponía entre nosotros.
—Ricardo, sé que has estado sintiéndote incómodo con la presencia de Martín —dijo Abigail con tono preocupado mientras me tomaba las manos—. Pero necesito que entiendas que no hay nada más entre nosotros que una amistad. Tú eres el único para mí.
Quise creerle, realmente lo hice, pero la sombra de la duda seguía acechándome.
—Lo sé, Abby, pero no puedo evitar sentirme así. Es como si estuviera perdiendo terreno frente a él —confesé, mirando fijamente sus ojos en busca de alguna señal de certeza.
Abigail suspiró y acarició mi mejilla con ternura.
—Ricardo, confía en mí. Te amo y no quiero que estos celos arruinen lo que tenemos. Necesitamos superar esto juntos.
Asentí con la cabeza, sintiendo un peso en mi pecho. Quería creer en sus palabras, pero era difícil ignorar la constante presencia de Martín en nuestras vidas.
Una tarde, mientras caminaba por el parque en busca de algo de paz mental, vi a lo lejos a Abigail y Martín sentados en un banco, riendo y compartiendo confidencias. Un nudo se formó en mi garganta mientras los observaba, sintiendo una mezcla de dolor y rabia.
De repente, Martín se inclinó hacia Abigail y la besó. Mi corazón se detuvo por un momento y sentí como si el mundo se desmoronara a mi alrededor. Abigail parecía sorprendida por el gesto, pero no hizo nada por apartarse. Ese momento marcó el final de nuestra relación.
Dejé caer lo que tenía en las manos y me fui a casa de Abigail. Con lágrimas casi saliendo de mis ojos, decidí escribirle a mi mejor amigo, Santiago. Necesitaba saber qué hacer, pero no daba para pensar.
Conversación por Chat con Santiago:
Ricardo: Santiago, necesito hablar contigo.
Santiago: ¿Qué sucede, Ricardo?
Ricardo: Ese Martín la besó y ella no hizo nada. Las cosas entre Abigail y yo no están bien. Siento que estoy perdiendo la batalla contra él y no sé cómo seguir adelante —confesé, dejando que mis preocupaciones salieran a la superficie.
Santiago: Ricardo, entiendo cómo te sientes. Es normal sentirse así cuando alguien más está ocupando un lugar importante en la vida de tu pareja.
Ricardo: Estoy considerando regresarme a Colombia antes de tiempo, necesito espacio para pensar.
Santiago: Tómate el tiempo que necesites, pero recuerda que la comunicación es clave. No dejes que los celos y la inseguridad tomen el control.
La noche pasó con un silencio incómodo entre nosotros. A pesar de los intentos de Abigail por acercarse, mi mente estaba atrapada en un torbellino de emociones confusas y pensamientos tumultuosos.
Al amanecer, tomé una decisión impulsiva. Me levanté en silencio, dejando una nota en la mesa de noche para Abigail. Explicaba que necesitaba tiempo para pensar y que regresaría a Colombia. Evitaría cualquier confrontación o explicación, simplemente me marcharía antes de que ella despertara.
Caminé por las calles de Uruguay con una sensación de vacío en el pecho. Miraba a mi alrededor, pero no veía nada realmente. Mis pensamientos estaban llenos de dudas y preguntas sin respuestas. Me preguntaba si alguna vez podría volver a confiar en Abigail, si podría superar la sombra de Martín que se interponía entre nosotros.
Al final del día, llegué a mi apartamento y me dejé caer en el sofá, exhausto emocionalmente. Sabía que había tomado una decisión difícil al irme sin despedirme, pero era lo único que podía hacer en ese momento. El futuro de nuestra relación pendía de un hilo, y no sabía si sería capaz de recomponer lo que se había roto.
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Para el amor solo existes tú y yo: luces y sombras de amor
RomanceEn esta segunda parte, la llegada de Martín, un antiguo amigo de Abigail, provoca celos e inseguridades en Ricardo. A pesar de los intentos de Abigail por tranquilizarlo, un beso inesperado lleva a Ricardo a marcharse sin despedirse, dejando su rela...