Ep único: Hopev

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    El eco del callejón rebotaba como el golpeteo de un tambor hacia el exterior. La primera impresión que tuvo al bordear esa zona, fueron las inmensas sonrisas coladas sobre los rostros de aquellos indigentes, que parloteaban y jugaban entre ellos, muy cerca del edificio de acogidas, aquello era, supuso, un método territorial, pues así, a la hora de conseguir un espacio en el edificio al que suele acudir todo mundo, sería mucho más sencillo. Se convertía conforme el tiempo transcurría, en un ritual vívido.

    Continuó caminando, observando la puesta del sol resplanderdecer y perderse tras los múltiples edificios que amenazaban con rozar las nuves desde su posición en aquella tarde de verano. Su inexpresiva apariencia solía impartir en otros, —en una advertencia casi cierta—, admitió para sí mismo, la falta de tacto que poseía al entablar un misera conversación, por lo mismo, se evitaba que cualquier conocido, incluso desconocido, lo detuviese a mitad de su habitual excursión de caminata por la ciudad abarrotada de Seoul.

    Pero, incluso con ese porte intimidante, y aquel rostro de lobo hambriento y solitario, él no podía evitar los accidentes. En dado caso, se habría hecho hacia atrás en cuanto estuvo apunto de girar en aquella curva empinada. No obstante, cuando quiso darse cuenta de lo que le deparaba a continuación, un grito peculiar se oyó cercano, corriendo en su misma dirección, como si fuese con intenciones de caer sobre él.

    —¡Corrrre como el vientooo tiro al blancooo!

El había fruncido el ceño, demasiado desconcertado como para mover las extremidades de su enmudecido cuerpo, y tal vez si lo hubiese hecho, si hubiese quitado aquel interrogante de su mente a tiempo, no habría caído de espaldas sobre el fresco pavimento del suelo al sentir un peso extra sobre su cuerpo.

    —¿Qué...?

    —¡Lo siento, en verdad lo siento mucho!

    Lucía agitado y temeroso, pero en definitiva, aquel chico sin duda estaba apresurado, solo se tomó unos pocos segundos para analizar su rostro. Sus ojos, marrones como los granos de tierra más frescos, la tes morena que a simple vista se observaba perfecta, sus labios finos, algo secos y agrietados,《el pensamiento fugaz de si aquel chico se hidrataba correctamente cruzó por su mente》, aquellos castaños cabellos, —ajenos como uno de sus tantos recuerdos, que carecían de importancia— se dijo, se mecían impasibles por sobre el sudor de la frente ajena.

    —No te preocupes, no fue nada.

    Seco, su tonalidad siempre había sonado tan seca como quien pone una camiseta mojada bajo el sol, y lo retira una vez seca llegado el atardecer. La mirada del chico, sin embargo, volvió su atención hacia atrás, sobre la curva empinada, como si quisiese asegurarse de que nadie cruzaría por allí en la brevedad.

    —¡En realidad lo siento, no fue mi intensión!

    —Fue un accidente, es comprensible.

    —¡Lo siento, estoy en apuros ahora mismo, lo siento!—Se puso de pie tan rápido que aquellas palabras se oyeron lejanas para el empresario, que permaneció en el suelo mientras el peso extra abandonaba su cuerpo—. ¡Lo siento!

    Desconcertado, con el ceño fruncido y en el suelo. Hoseok se puso de pie, escuchando la lejanía de aquel "¡Lo siento!", seguido instantáneamente de un grito poco varonil, un chillido agudo que fácilmente podría confundirse con el de una dama. Fue un momento alucinante, lleno de desconcierto, y no podría decir más, pues la imperceptible sonrisa en su rostro, mientras negaba divertido para sí mismo, lo decía todo.

    —¡Eh, tú!—Una vez más, su vista se fijó en aquella esquina—. ¿Has visto a un idiota correr por aquí?

    —Claro, se fue por allá,  ¿Porqué es el apuro?

Fresco 《HV》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora