- Nos vemos en un rato - le dije a él, antes de entrar a una reunión de trabajo que le llevaría poco tiempo.
- Llámame tan pronto termines, no te olvides de mí - contestó bromeando mientras se alejaba para hacer algo de tiempo hasta que terminase.
Inmersos en aquella ciudad, cada uno cogió su rumbo.
Horas más tarde en la comisaría, ella intentaba hablar con el agente que la atendía contándole lo que sucedía.
- Nos despedimos sin más, esperábamos vernos en un rato - decía con angustia al agente.
Señora, hasta que no transcurran cuarenta y ocho horas, no podemos dar por desaparecido a su compañero -
- Mi pareja - recalcaba ella.
- De acuerdo, su pareja. ¿Por qué no lo llamamos al móvil? - decía el agente buscando una solución al problema.
- Le repito que he perdido mi móvil, y allí tengo todos mis contactos - decía con hartazgo.
- ¿Y el de su pareja no lo recuerda de memoria?
- Ninguno - dijo ella taxativamente.
-¿Me está usted diciendo que no tiene manera de contactar con este señor si no es disponiendo usted de su propio teléfono? - preguntó con incredulidad el agente.
- Así es, agente.
- ¿Podemos llevarla a casa, señora?
- Las llaves de casa las tiene él, y vivimos fuera de esta ciudad - repetía ella entre lamentaciones.
- Entiendo - dijo el agente asintiendo - No tenemos forma de contactar con él, ni posibilidad de llevarla para entrar a su casa, y dice usted que es su pareja.