⟩⟩Possessive⟨⟨

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Chuuya entró al elevador con un severo nerviosismo recorriendo su cuerpo, su mano tembló al presionar el botón del último piso.

Respiró profundo al salir del cubículo, sin poder levantar demasiado tiempo la mirada hacia el largo pasillo que le conducía a su perdición. No tenía miedo, estaba avergonzado, a decir verdad. Sus pasos eran todo lo que sonaba en el lugar, y dos golpes en la puerta obtuvieron un simple "adelante" como respuesta.

Dazai Osamu era el jefe de la Port Mafia, una organización criminal que trabajaba en conjunto con el gobierno para mantener la ciudad de Yokohama a salvo. Aunque nunca fue un santo, esa linda carita que tenía en este preciso momento era la de un ángel.

Inclinó su cabeza, quitó su sombrero colocándolo sobre su pecho, poniéndose de rodillas ante el jefe.

Comenzaba a preocuparle un poco que todo estuviese tan silencioso incluso dentro de la oficina, el enorme ventanal a su lado se encontraba obstruido por largas y oscuras persianas, pero aún había suficiente iluminación para ver por dónde caminaba.

Todavía sin dirigirle la palabra, Osamu se levantó de su silla, rodeando el largo escritorio de madera hasta el único sillón de la habitación. Un divino mueble color rojo borgoña, de terciopelo, con pequeñas decoraciones doradas en los bordes.

Tragó saliva al verlo de reojo, su posición relajada y piernas abiertas solamente indicaba que tramaba algo, y no podía ser nada bueno.

Cuando Dazai palmeó su muslo derecho y le mostró una leve sonrisa, un escalofrío casi invisible le hizo tambalearse.

Pudo verlo en sus ojos, había muchos pensamientos en su cabeza mientras apoyaba su brazo en el sillón y dejaba su mejilla descansando en su mano, atento a cualquier reacción que pudiese tener el contrario. Chuuya sentía que estaba siendo observado con el mayor detenimiento del mundo.

Su rostro se tiñó de un rojo similar al del mueble cuando tomó asiento en el regazo de Osamu, sujetando el borde de su sombrero entre sus manos como un apoyo para calmarse. Quiso jadear cuando el castaño paseó su mano por su rodilla, subiendo por su muslo, evitando tocar su abdomen y llegando hasta su mentón.

— ¿Te hicieron daño?

Oh. Mierda. Era eso.

— N-No...

— Chuuya...

Un leve espasmo le obligó a removerse sobre el regazo del otro, provocándole descontento.

— No fue nada grave, recibí apenas unos pocos roces, na-nada fuera de lo común– intentó excusarse, un poco paniqueado por las caricias en su espalda baja — Estoy a-acostumbrado

— Pues no deberías– denegó con un tono de voz mucho más serio — Te metiste en una pelea que no era tuya, estar en la linea de fuego en ese momento no te correspondía... desobedeciste mis órdenes

— Lo sé, pero no podía dejarlos morir– explicó — Son mis subordinados, uno de ellos está esperando el nacimiento de su hija dentro de pocos meses

— ¿Y? Si muere, es porque fue un imbécil

El pelirrojo intentó abrir la boca para continuar con su defensa, pero un par de labios fríos se juntaron con la piel caliente de su cuello. Un fuerte estremecimiento le hizo perder el hilo de sus pensamientos, y sólo quedó un suspiro entrecortado.

— No seas así– le reprochó, buscando su mano a tientas — También son parte de lo que somos, la P-Port Mafia... los nece...s-sita...

— Yo también te necesito

No pudo evitar ladearse un poco para darle un mejor acceso, después de todo, debía ser dócil y obediente.

Verlo era imposible ahora, pero estaba seguro de que se encontraba admirando las marcas y los chupetones de su último encuentro. Algunas de ellas eran de hace apenas unos días atrás, cuando un idiota se le acercó a Chuuya con dobles intenciones, y Dazai sencillamente solucionó el problema.

Possessive // SKKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora