Capítulo 28: Recuperación

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La luz del sol se filtraba suavemente a través de las cortinas de la habitación del hospital, iluminando la figura de Elena en la cama. Aunque su cuerpo estaba cubierto de moretones y cicatrices, sus ojos brillaban con una determinación inquebrantable. Habían pasado seis días desde que la policía la había rescatado de las garras de Marco, y aunque su cuerpo estaba en el camino de la recuperación, las heridas emocionales aún eran profundas.

Desde el primer momento en que Alexia había visto a Elena en esa camilla, su corazón había latido con una mezcla de alivio y dolor. Alivio porque Elena estaba viva y dolor porque las marcas de su sufrimiento eran evidentes. No se había separado de su lado ni un instante, tomando una silla junto a la cama y velando por ella durante cada minuto del día y la noche.

"Buenos días, Elena," susurró Alexia suavemente, tomando la mano de Elena con ternura. "¿Cómo te sientes hoy?"

Elena abrió los ojos lentamente, encontrando consuelo en la presencia de Alexia. "Mejor, creo," respondió con voz débil. "Gracias por estar aquí."

Alexia esbozó una sonrisa cálida y acarició suavemente la mano de Elena. "No hay lugar en el que prefiera estar," dijo, inclinándose para besarle la frente.

Cada día, Alexia se esmeraba en demostrar su cariño hacia Elena a través de pequeños gestos. Le traía flores frescas, ajustaba las almohadas para que estuviera más cómoda y le leía sus libros favoritos. Pero más que todo, Alexia le ofrecía su amor y apoyo incondicional. No había palabras para describir el dolor que sentía al ver a Elena tan vulnerable, pero estaba decidida a hacer todo lo posible para ayudarla a sanar.

Un día, mientras Elena descansaba, Alexia aprovecho para hablar con sus doctores pidiéndoles permiso para pedirle a Elena su sopa casera favorita. Quería asegurarse de que tuviera algo nutritivo y de su agrado. Al regresar a la habitación, se encontró con Elena despierta y mirando por la ventana.

"Te he traído algo de comer," dijo Alexia, colocando la bandeja en la mesita junto a la cama. "Es sopa del restaurante qué tanto te gusta. "

Elena sonrió débilmente. "Gracias, Alexia. Sabes, no tienes que hacer todo esto."

"Quiero hacerlo," respondió Alexia con firmeza, inclinándose para besarle la mejilla. "Quiero cuidarte."

Con el tiempo, Elena comenzó a abrirse más sobre su experiencia. Aunque hablar sobre lo que había pasado era doloroso, sabía que compartirlo con Alexia era un paso importante en su recuperación. Alexia escuchaba atentamente, ofreciendo palabras de consuelo y abrazos reconfortantes.

Una tarde, mientras estaban sentadas juntas en silencio, Alexia tomó la mano de Elena y la sostuvo con fuerza. "Eres la persona más valiente que conozco," dijo, mirándola a los ojos. "No puedo imaginar por lo que has pasado, pero quiero que sepas que estoy aquí para ti. Siempre."

Elena se sintió abrumada por la emoción y las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas. Alexia la abrazó, permitiéndole llorar en su hombro. "Gracias," susurró Elena entre sollozos. "No sé qué haría sin ti."

"No tienes que hacerlo sola," respondió Alexia, besándole la frente suavemente. "Estoy aquí, y siempre estaré aquí."

Durante la recuperación de Elena, la madre de Alexia, aprovecho que debía ir a unas citas de chequeo para visitarla, Eli se mostraba fuerte por su hija y por Elena. Sabía que su presencia era importante, no solo para Alexia sino también para la recuperación emocional de Elena.

Eli observaba con cariño cómo Alexia cuidaba de Elena, y no podía evitar notar la profundidad de sus sentimientos. Aunque Alexia no había hablado abiertamente sobre sus emociones, Eli podía ver el amor en sus ojos y en cada uno de sus gestos.

"Alexia," dijo Eli un día mientras estaban a solas en la habitación. "Estoy tan orgullosa de ti. Has sido tan fuerte y amorosa con Elena. Ella es muy afortunada de tenerte."

Alexia sonrió tímidamente. "Solo quiero que se recupere, mamá. Ha pasado por tanto."

"Lo sé," respondió Eli, tomando la mano de su hija. "Pero también sé que tú la ayudas a sanar con tu amor y apoyo. Eso es algo muy poderoso."

Cada día en el hospital traía consigo pequeñas victorias. Elena comenzó a recuperar su fuerza, y aunque las sesiones de fisioterapia eran dolorosas, la presencia constante de Alexia la motivaba a seguir adelante. Los médicos estaban impresionados con su progreso y el espíritu indomable que mostraba a pesar de las circunstancias.

Una mañana, mientras Elena intentaba dar sus primeros pasos fuera de la cama, Alexia estaba a su lado, sosteniéndola con cuidado. "Puedes hacerlo," la animaba. "Un paso a la vez."

Elena se aferró a Alexia, sintiendo el calor y la seguridad que le brindaba. Con cada paso, se sentía más fuerte, más capaz de enfrentar el mundo exterior nuevamente. "Gracias por creer en mí," dijo, su voz llena de gratitud.

"Siempre," respondió Alexia, sonriendo.

Las noches en el hospital eran especialmente difíciles. Elena a menudo se despertaba gritando, atrapada en pesadillas de su tiempo en cautiverio. Alexia estaba allí para consolarla, abrazándola hasta que los temblores disminuían y la calma regresaba.

"Estoy aquí," susurraba Alexia, acariciando suavemente el cabello de Elena. "Estás a salvo ahora. Nadie te hará daño."

Elena se acurrucaba más cerca, encontrando consuelo en el latido constante del corazón de Alexia. "Gracias," murmuraba. "Te quiero."

Alexia sintió si corazón ir a mil por hora cuando escucho eso. "Y yo a ti," respondío, besándole la mejilla.

A medida que pasaban las semanas, el vínculo entre Elena y Alexia se fortalecía. Aunque Alexia nunca verbalizó sus sentimientos, sus acciones hablaban más fuerte que las palabras. Cada gesto, cada toque, cada mirada cargada de amor y cuidado demostraba lo profundo de su afecto.

Mientras tanto, Eli y Alba, la hermana de Alexia, también jugaban un papel crucial en la recuperación de Elena. Alba, quien había desarrollado un cariño especial por Elena, a menudo se unía a Alexia para visitarla, trayendo pequeños regalos y palabras de ánimo.

"Hola, Elena," dijo Alba un día, entrando en la habitación con una sonrisa brillante. "Te traje unas flores. Pensé que podrían animarte."

Elena sonrió, agradecida. "Gracias, Alba. Eres muy amable."

"No hay de qué," respondió Alba, colocando las flores en un jarrón junto a la cama. "Sabes, eres muy fuerte. Estoy muy orgullosa de ti."

Eli, también hacía todo lo posible por apoyar a Elena. A menudo conversaban sobre temas ligeros, tratando de distraer a Elena de sus preocupaciones.

"Eres una luchadora, cariño," le dijo Eli un día, tomando su mano. "Y estoy segura de que saldrás de esto más fuerte que nunca."

Con el paso del tiempo, las heridas de Elena comenzaron a sanar, tanto física como emocionalmente. Aunque el camino hacia la recuperación total aún era largo, el amor y el apoyo de Alexia, Eli y Alba le daban la fuerza necesaria para seguir adelante.

En los últimos días de su estancia en el hospital, Elena se sintió más optimista sobre el futuro. Las sesiones de fisioterapia eran más llevaderas, y sus pesadillas comenzaron a disminuir. Con cada día que pasaba, se sentía más preparada para enfrentar el mundo exterior nuevamente.

Alexia, siempre a su lado, seguía mostrando su amor y apoyo a través de pequeños gestos de cariño. Un beso en la frente antes de dormir, un abrazo reconfortante cuando las emociones se volvían abrumadoras, o simplemente sostener su mano cuando las palabras no eran suficientes.

Finalmente, llegó el día en que los médicos consideraron que Elena estaba lo suficientemente fuerte como para ser dada de alta. Aunque aún quedaba un largo camino por recorrer, estaba lista para comenzar el siguiente capítulo de su vida, con Alexia a su lado.

"Vamos a nuestro refugio," dijo Alexia, refierendose a su apartamento.

Elena asintió, sintiendo una mezcla de nerviosismo y emoción. "Sí"

Y así, con un futuro incierto pero lleno de esperanza, Elena y Alexia salieron del hospital, listas para enfrentar lo que viniera, sabiendo que juntas podían superar cualquier obstáculo.

Ecos de Amor  - Alexia Putellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora