Capítulo 10.- Despertar.

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Thomas la había subido muy rápido hasta una habitación de la parte superior de su casa, dando órdenes a todos. Había ordenado a John que fuera a buscar a un médico discreto que fuera hasta allí. A Arthur le había encargado que cuidara de su hijo y de los padres de Evangeline, que estaban en shock por el estado de su hija. Tía Polly y Ada simplemente iban detrás de él, siguiéndole de cerca cuando la depositó en una cama.

- Respira, Thomas. Ella respira. – le susurró la mayor, sujetando la cabeza del hombre entre sus manos y dándole una sonrisa esperanzadora que no llegaba a sus ojos. – Esperaremos al médico, pero debes salir de la habitación. Ada y yo la prepararemos.

- No me iré. Ella no se quedará sin vigilancia nunca más. – espetó él seriamente apartando las manos de sus mejillas.

- Deberías marcharte. – indicaron los irlandeses. No los recordaba, pero Thomas vio los ojos que miraban a Evangeline y tuvo ganas de arrancarlos de las cuencas de los dos hombres.

- No la miréis. ¡Ni se os ocurra!

- Está vulnerable, Shelby. Lo que menos querrá es que algún hombre la mire o toque. Y más si es verdad lo que os dijo el policía. – la pelirroja habló cruzada de brazos y mirando con seriedad a Thomas. – Yo me quedaré con ellas si me lo permiten. Puedo ser de ayuda y la protegeré con mi vida si es necesario.

El silencio se instaló en la habitación, sopesando las palabras. El hombre la miró por última vez, su rostro magullado y amoratado, el resto de lágrimas en sus pestañas. Finalmente, salió de aquel lugar sin mediar palabra con nadie y bajó las escaleras corriendo, cerciorándose antes de que los otros dos hombres le seguían.

- El médico no tardará mucho. Viene en camino. – le explicó John en cuanto lo vio entrar en el salón.

Él asintió y fijó su vista en el matrimonio Abbot. La madre seguía llorando abrazando a su padre que la reconfortaba en un abrazo mientras le susurraba algo en el oído. Los miró, anhelando tener algo parecido a lo que ellos tenían en aquel preciso instante. Se acercó a ellos y ambos lo miraron.

- Os prometo, que van a pagar por cada vez que hayan respirado cerca de ella o siquiera se hayan atrevido a mirarla.

Su madre simplemente volvió a refugiarse en los brazos de su marido y este asintió, con una sonrisa agradecida. Las puertas se abrieron y el médico que habían esperado llegó. John lo guio hasta arriba. El silencio se hizo en el salón mientras oía pasos arriba. Charlie estaba en brazos de Arthur, dormido finalmente. Thomas pretendía cogerlo para tranquilizar sus latidos, pero al verlo dormir, decidió dejarlo en aquel estado.

Se giró al escuchar la puerta donde vio entrar a John, tía Polly y la pelirroja irlandesa, que lo miró directamente, mientras se encogía de hombros. – He amenazado al pobre médico y le he dado una pistola a tu hermana. Si hace algún movimiento raro, le vuela los sesos.

- Paige... - le riñó el padre de Evangeline. Esta miró al hombre y sonrió, acercándose a los dos progenitores, que la envolvieron en un abrazo. Cuando esta se separó, se dirigó de nuevo a Thomas Shelby, que la miraba con cautela. Esta alzó la mano para estrecharla.

- Paige Vaughan, señor Shelby. El hombre mayor es Ronan Vaughan, mi padre adoptivo. Y el de al lado, el que le ha metido una bala al policía, es mi hermano, Blake Vaughan.

- Todo queda familia. – susurró tía Polly fumando.

- Exacto. Como vosotros. Pertenecemos a uno de los clanes de los irlandeses. La familia Abbot nos ayudó en un momento muy delicado. De hecho, si ellos no hubieran intervenido, probablemente ninguno de nosotros tres estaría hoy aquí. Así que le debemos la vida.

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